Este es un extracto de una conversación telefónica transcurrida en la madrugada del pasado día 17 de diciembre. Exactamente, a las tres de la mañana, hora de Los Angeles. Desde Washington, el que realiza la llamada es un tal Neal, uno de los productores de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca. Su interlocutor, sacado abruptamente de la cama, es Bradley, uno de los guionistas de la serie, alojado en un hotel un tanto destartalado de Hollywood.
- Hola... ¿quién es?
- Bradley, soy Neal.
- ¿Neal? ¿Quién es Neal?
- ¡Coño, Bradley!, ¡soy tu jefe!
(un silencio al otro lado de la línea telefónica)
(se oye toser varias veces a Bradley)
- Dime, Neal... ¿acaso no has visto la hora que es? Aquí, en Los Angeles, pasan pocos minutos de las tres. Y estuve despierto hasta altas horas de la madrugada, retocando el guión del próximo episodio.
- Y bebiendo whisky, claro.
(otro silencio)
(se oye gruñir a Bradley, el guionista)
- Bradley, he de comunicarte algo importante.
- Vosotros siempre comunicáis algo importante. Y más a estas horas...
- La noticia es fuerte... ¿Estás sentado?
- ¿Sentado? Estoy tumbado, en la cama...
- Pues bien. Sigue mis instrucciones. Siéntate y sírvete antes una copa.
- Lo intuyo. Mis últimos guiones no os gustan y estoy en la calle, ¿es así?
- No.
- ¿Pues...? Venga. Suelta ese notición...
- OK. John Spencer ha muerto. Un infarto.
- ¿John Spencer? ¿Estás seguro? ¿John Spencer?
- Sí. Leo McGarry.
(un nuevo silencio en la línea telefónica)
- Estás de broma, Neal. McGarry, últimamente, lleva todo el peso de El Ala Oeste. No me jodas. Dime que estoy soñando.
- No estás soñando. Y mañana rodamos.
- ¿Con el difunto calentito rodáis?
- Te recuerdo que el guión que nos has enviado esta noche por fax ya no es válido. En todas las escenas sale Leo McGarry.
- Pues buscad a un doble, coño...
(se oye una sonrisa burlona por parte del productor)
- Bradley, sal ahora mismo de la cama y ponte a escribir... ¡ya!
- ¿Pero qué coño escribo, por Dios? Al pobre John aún lo deben estar maquillando para ponerlo bonito en el ataúd. ¡Cielos!
- Y tu, ahora mismo, ya deberías estar retocando todo el episodio. Filmamos en 5 horas.
- ¡¡¡Pero si Spencer era el centro del episodio!!!
- Pues que siga siendo el centro... aunque no salga físicamente. Mátalo de alguna manera inesperada.
- ¿Matarlo?
- Sí, cómo sea. Un accidente aéreo, automovilístico, un atentado, otro infarto, electrocutado...
- Neal..., ¿le desplomo todo su despacho en la Casa Blanca sobre su cabeza? Un terremoto. Y, de paso, nos cargamos también la Sala Oval y dejamos tullido al presidente Bartlett.
- ¿No podrías ser más original, Bradley?
- ¿Qué te parece una abducción?
La conversación siguió, con la misma tónica, durante quince minutos más. Al final decidieron que muriese carbonizado en su domicilio.
Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia. Excepto, por desgracia, la inesperada muerte de John Spencer, a quien va dedicado este post.
Descanse en paz.
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