27.12.05

Ustedes lo han querido: ALL THAT JAZZ (EMPIEZA EL ESPECTÁCULO)

Al compás del On Broadway de George Benson se abre All That Jazz (Empieza el Espectáculo), uno de los musicales más originales y rompedores de la década de los setenta. Uno de los títulos más personales y con muchos apuntes autobiográficos de su realizador, el también coreógrafo Bob Fosse. Un film que, por otra parte, sigue conservándose igual de fresco que en la época de su estreno.

La cinta es un claro homenaje al Fellini 8 1/2, pero mucho más abierta, en nada surrealista y con una estética más cercana a la de los escenarios de Broadway. En ella, Fosse da un repaso a la vida de Joe Gideon, un hombre que, al igual que él, entregó su vida a la escena, al baile y al mundo del cine; un hombre enfermizo y un tanto déspota, enganchado a las pastillas y fumador compulsivo, al que un mal día el corazón dejará de latirle al ritmo habitual.

All That Jazz es la crónica de una muerte anunciada. Una muerte tentadora con la cara y las formas de una jovencísima y atractiva Jessica Lange la cual, en la recta final de la vida de Gideon -agonizante en la cama de un hospital-, ayudará a éste en el examen de su existencia, al igual que ocurría en la partida de ajedrez de El Séptimo Sello, pero sin sutilezas estúpidas ni dobles e innecesarias segundas lecturas. Y Gideon, sin renunciar a su pasado, se dejará seducir por la atractiva y angelical portadora de la cizaña.

Su guión es excelente. Combina a la perfección varios tiempos diferentes de la biografía de Gideon con el téte a téte de éste con la muerte. Y, por defecto, la película está dotada de un montaje maravilloso y conciso, de aquellos que deberían mostrarse de manera obligatoria en todas las escuelas de cine. Un montaje magistral que sabe adaptarse, como uña al dedo, al libreto original y, ante todo, a sus milimetrados números musicales. En ellos, Fosse volcó toda su sabiduría y elegancia como coreógrafo. Los bailes combinan a la perfección con la imagen. En sus brillantes números musicales, no se le escapó ni un detalle; casi de una precisión cinematográfica tan minuciosa como la de Kubrick. No en vano, en una de las escenas en las que Gideon revisa una escena del film que está rodando (un claro guiño a Lenny), cita con cierta envidia el carácter perfeccionista del realizador de La Naranja Mecánica.

Hay todo tipo de escenas en las que el baile y la música son sus principales protagonistas. Ese era el mundo de Fosse y, en éste film, se decantó por su principal pasión. Alterna los guiños al más puro musical de Broadway con excelentes montajes más modernos y sensuales, tal y como ocurre con el ensayo coreográfico del tema Take Off With Us (un maravilloso y erótico viaje aéreo representado sobre el escenario de una sobria nave neoyorquina) aunque, sin embargo, consigue su escena más entrañable con el baile más sencillo y menos espectacular: una treintañera y una niña, valiéndose de una escalera y un par de sombreros de copa, logran uno de los pasajes más bellos del film. Una cuidada banda sonora, compuesta por Ralph Burns, se encargó del resto.

All That Jazz tiene ritmo y, a pesar de tratar un tema duro, posee un sentido del humor envidiable. Además, por si fuera poco, cuenta con la presencia de un Roy Scheider genial, que demostró su valentía al aceptar interpretar el papel protagonista, a sabiendas de que significaría un vuelco arriesgado en su carrera. En la piel de ese coreógrafo un tanto amargado, consiguió uno de sus mejores trabajos e incluso llegó a marcarse algún que otro paso de baile delante de la cámara. Es una lástima que después de esta película, Scheider se dedicara más a tomar el sol y a ponerse moreno como Julio Iglesias que a buscar buenos productos para seguir reafirmando su apagada carrera.

No hay duda alguna de que los 70 fueron los mejores años de Fosse, en los que brilló, ante todo, como director cinematográfico. Cabaret, Lenny y después All That Jazz. Cada una de ellas posee un estilo propio, pero las tres homenajean con total cariño y sensibilidad al mundo del espectáculo. Tres obras redondas (por no decir magistrales) en muy poco tiempo. Y además, con All That Jazz, concretó su film más íntimo y personal. Un trabajo audaz y atrevido en el que Fosse escupió todos sus conflictos, obsesiones y defectos. Una terapia efectiva y, al mismo tiempo, premonitoria, pues menos de una década después, el coreógrafo moría de un infarto, al igual que Joe Gideon.

Una lástima que, en su edición en DVD, los cuatro inteligentes de turno no hayan subtitulado los números musicales.

No hay comentarios: