14.12.05

Expediente X de pacotilla

Esta tarde, después de pasar un par de horas ante el ordenador de mi padre para resolverle un problema informático -y sin conseguir encontrar el conflicto-, he decidido ir al cine. Demasiado tarde. La película ya había empezado. Vuelta atrás y para casa.

Mi mujer no estaba, pues se encontraba de visita en casa de su madre. O sea, mi suegra. Solo en casa, como el niñato del Macaulay Culkin. ¿Qué hacer? ¿Actualizar el blog? ¿Prepararme una merienda descomunal sin que nadie se preocupe por mi peso? ¿Ir al Bazar Chino de la esquina a comprar deuvedés vírgenes?... Difícil. Demasiadas posibilidades para una mente tan vaga como la mía.

Al fin he dado con la solución perfecta. Y la más cómoda. Televisor, vídeo, mando a distancia y sofá... ¡divino sofá! La ocasión ideal para ver la serie esa de los abducidos, la de los 4400, esa de cual la gente lleva hablando días y días antes de su estreno en Antena 3. Tanto oir de ella y ante la insistencia abrumadora de mis vecinos, la acabé programando en el VHS las noches del lunes y martes. En definitiva: la primera temporada, 6 episodios, que fueron emitidos los citados días.

Tumbado en el mullido sofá y envuelto por la calidez de mi humilde domicilio, le he dado al play del mando a distancia. Allí estaban los tres primeros capítulos de los 4400 de marras. ¡Qué horror! ¡Qué cosa tan manida! Todos los típicos y tópicos del cine sobre abducciones acumulados en una teleserie barata, de esas con actores desconocidos y pésimos. Descarado: un Expediente X light, sin fuerza y ridículo. Para pegarse unas risas, vaya. De pena.

No se les escapa ni un detalle. Todo es previsible, de cajón. Sus diálogos atufan y su filmación tumba de espaldas. De vez en cuando, una frase graciosilla, sin chispa, para contentar a las cuatro marujonas que se la tragan y la celebran. Y el resto, lo de siempre, sin innovación alguna. Reciclaje puro y duro. Una agencia gubernamental que investiga fenómenos paranormales; una pareja de agentes (chico y chica) que no pegan ni con cola pero que, poco a poco, se irán acoplando; 4400 abducidos..., pero como era demasiado personal, la serie se centra en unos 6 o 7 seleccionados. Tampoco falta una niña pequeña. Cada uno de ellos tiene un poder en concreto: visionarios, sanadores, un tipo escapado del Scanners del Cronnenberg y, como delirio de lujo, un superhéroe de barrio, dispuesto a pintar y arreglar el parque de su zona al tiempo que despejará de malhechores el lugar.

Tanto cúmulo de idioteces no tiene nombre. Tras sufrir la primera entrega, creo que los tres episodios de ayer martes me los ahorro. Que otro se coma el marrón. Que los vean los padres de sus creadores, que para eso tuvieron a las criaturitas. Y es que, aparte de tanta sandez que no conduce a ninguna parte, nunca he soportado las películas fantásticas que, para dar más sensación de angustia, están rodadas, en la mayor parte de su metraje, utilizando el gran angular.

Indudablemente, es la serie ideal para los seguidores de los telefilms de Antena 3. Sólo le falta el cartelito de basado en un caso verídico.

Empecé mal la tarde. Y la acabé peor. Suerte de esos biquinis que me he zampado para cenar...


¿Chiquito de la Calzada es uno de los 4400?

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