Hoy estoy gandul. Perezoso. En Barcelona ha llovido de nuevo. Al menos, podré dormir fresquito, con la panza al aire. No les voy a engañar, pues la verdad es que, en estos momentos, tengo muy pocas ganas de hablar de cine. Acabo de ver La Isla y ello me lleva a una reflexión profunda. Muy profunda. Demasiado. ¿Por qué tuvo que morir Billy Wilder? Mañana les hablo de ella.
Por otra parte, la pasada noche tuve la visita de un troll. Divertido, sí señor. Hacía tiempo que no entraban por estos lares. Los encontraba a faltar. Y, por fin, ha aparecido. Un troll al que, por cierto, he decidido redireccionar. Me he propuesto educarlo un poquito para que acabe enganchándose a esta página (de fondo, en estos momentos, ha de sonar la sintonía de Misión Imposible). Si quieren ver sus comentarios y mis respuestas, están justo debajo de la furibunda crítica que, en su día, colgué sobre El Penalti Más Largo del Mundo.
Les dejo con una curiosidad. Una noticia que apareció el pasado domingo en El Periódico de Catalunya. La he escaneado para que la disfruten. No tiene desperdicio. Sobran los comentarios. Sólo citar que gente como Tim Burton o los hermanos Coen sacarían mucho provecho de ella.
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