En Pacto de Silencio, Robert Redford se mantiene
fiel a un estilo que ha marcado el grueso de su filmografía, tanto en su faceta
de director como en la de actor, y se embarca, desde delante y detrás de la
cámara, en la historia de un hombre que en solitario, al igual que le sucedía
en títulos como Los Tres Días del Cóndor o, a otro nivel, en Brubaker, deberá
luchar contra viento y marea para salvar su vida o bien defender sus ideales.
De hecho, el personaje de Redford en el film, un abogado
viudo de Albany (Nueva York) y padre de una hija de doce años, tras ser revelada su verdadera
identidad por un periódico local que le vincula con un grupo de activistas antibelicistas
a los que, desde los años 70, se les busca por la muerte de un guardia de seguridad durante el atraco a un banco, decide dejar atrás su actual
vida e iniciar una arriesgada huida, escapando de la ley, con la intención de reencontrarse
con la única persona que podría limpiar su nombre.
A Pacto de Silencio se le podría considerar como un
thriller de jubilados, tanto por la edad de su actor/director (al que sólo le faltan
tres años para cumplir los 80, a pesar de que en la cinta finge haber sido un estudiante
veinteañero durante los 70) como por la de sus numerosos y atractivos
secundarios que pueblan el metraje. Un plantel de secundarios de lujo a los que
da gozo ver en cada una de sus respectivas (aunque bastante breves) apariciones. Susan Sarandon, Julie Christie, Nick Nolte, Chris Cooper, Richard Jenkins
o Brendan Gleeson son, sin ir más lejos, tan sólo algunos de ellos.
De todos modos, aparte del propio Redford, el otro
gran puntal de Pacto de Silencio se encuentra en un brillante Shia LaBeaouf
quien, a pesar de ser el bebito del grupo, no desentona en absoluto al lado de
ese montón de monstruos de la interpretación que le arropan. En esta ocasión, se
pone en la piel del joven y espabilado periodista que desvela la verdadera
identidad del abogado protagonista y que, con su obstinación y persistencia
casi detectivesca, aparte de enfrentarse directamente con el FBI, irá desvelando las claves que han inducido al ex revolucionario a iniciar una
escapatoria tan a la desesperada.
Dotado de un guión sólido y bien construido, en
donde las piezas del puzle planteado van colocándose en su sitio poco a poco, este es un
producto que, de forma manifiesta, se muestra deudor de los ideales de su
realizador, al tiempo que denota cierta nostalgia de un pasado no tan lejano, tal
y como se refleja en una de las mejores escenas del film: la de la conversación
entre Julie Christie y Robert Redford. Un pasado, no mucho menos agitado y
problemático que nuestro presente, del que salían grupos y personas de a
pie dispuestas a plantar cara a los gobiernos opresores... Y no como ahora, que
parecemos un montón de zombis hipnotizados a los que nos gusta que nos enculen cada dos por tres.
5 comentarios:
Peliculón que se montan todos los abueletes. Que Redford nos dure muchos años para compensar a otros veteranos de corte más conservata, como Clint Eastwood (aunque sea otro grandioso cineasta).
Tampoco veo yo tan conservata al Eastwood: la peli del abuelete del oeste que va a defender a las putas por dinero, la de los cuernos sureños de la esposa ama de casa de críos, el drama de púgil femenina con eutanasia de fondo, la del viejo con malas pulgas que gusta de cachondearse del cura párroco, la de la segunda guerra mundial con los tejemanejes de los políticos y la propaganda barata patriótica, la de los japos que se supone que eran mu malos en la guerra pero que va a ser que no lo eran tanto, la fauna que sale en el pueblucho aquel del jardín del bien y del mal... Y encima todo bien hecho!! yo lo prefiero a la pose de coleguita de buen rollo que se gastan en eso que llaman Sundance, la verdad. Pero, bueno, ya sabe usted don leches que yo estas cosas las digo sólo por discutir.
Micer Caligae ¡cuánto bueno tenerle departiendo! Yo junto a eso pondría la de Hoover, muy benevolente con el viejo escondido en el armario (aunque al final ponga algunos puntos sobre algunas íes).
La de Hoover no la vi, no le encontré el interés, la verdad.
Por lo demás lo prefiero al rollo "hay que ver qué majo soy" de las pelis del Redford, todos tan guapos, tan rubios, tan blancos, tan bueno, con esas sonrisas tan de anuncio (el Vager Bance ese, o El Río de la Vida... cosas más ñoñas!!), por no hablar del rollo Sundance que es una movida comercial a la que se han subido todos aunque lo nieguen. Eso sí, tiene aquella de Quiz Show que estaba estupenda. Y había otra, que creo que sólo era actor, en la que le secuestraba Willem Dafoe y le lloraba Hellen Mirren que también estaba estupenda.
Pues a mi, en general, lo que hace el Redford como director me gusta. Y el Eastwood, también. Pues eso. Que me molan los dos viejunos.
Por cierto, esa del secuestro que a usted, caligula, le gusta tanto (creo que se llamaba La Sombra de un Secuestro), me aburrió un rato largo.
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