La contundente y desgarradora Incendies, aparte de
dejar a las plateas de todo el mundo con la boca abierta, ha logrado que el
realizador canadiense Denis Villeneuve entre en Hollywood por la puerta grande
con un film tan escalofriante como Prisioneros, la historia del secuestro y
posterior búsqueda de un par de niñas visto desde dos frentes distintos: el de un
eficaz agente de policía y el del iracundo padre de una de las criaturas.
La propuesta de Villeneuve es totalmente sórdida,
tanto desde el punto de vista ético como visual. La dureza con la que afronta
ciertas escenas se me antoja de lo más turbador, tanto por la frialdad con la
que se aproxima a la mayoría de sus personajes como por la calmada manera de
narrarlo. Él no emite sentencias. La moral la deja para el propio espectador,
dejando que éste se convierta en juez del visceral modo de afrontar el tema que
tiene Keller Dover, el padre de la pequeña Anna, quien, desesperado por la que
cree una ineficaz investigación policial, decidirá involucrarse directamente en el
caso y atrapar con sus propias manos al principal sospechoso.
Dos horas y media de buen cine. Cine gélido, igual
de frío que el clima que azota a la pequeña población de Georgia en la que está
ambientada. 150 minutos de crescendo dramático llenos de calculados e
inteligentes giros de guión, capaces de hacer avanzar la narración por
derroteros sorpresivos y desoladores. Poco a poco, sin prisas, va desvelando el
misterio que abriga la desaparición de las dos niñas, al tiempo que, sin
mostrarse jamás condescendiente con ninguno de sus personajes, se adentra en un
laberinto de morbosidad en el que se aúnan la violencia más visceral con la
religión, al igual que sucedía con Seven, un film con el que coincide en más de
un aspecto, sobretodo estéticamente hablando.
Jake Gyllenhaal (actor con el que también acaba de
rodar la interesante Enemy, vista recientemente en el Festival de Sitges),
borda el papel del detective Loki, un hombre solitario y meticuloso, al que dota de ciertos toques muy personales (como un constante parpadear de
ojos) que dejan intuir un pasado oscuro y un tanto tormentoso. Una interpretación
difícil de superar por parte del amigo Lobezno, Hugh Jackman, quien, un tanto al
borde de la sobreactuación, lleva finalmente a buen término el papel de padre
angustiado y dispuesto a todo para dar con el paradero de su pequeña Anna.
Más funcionales, pero igual de efectivos, resultan
los integrantes del resto del elenco, desde Maria Bello, pasando por Viola
Davis, Melissa Leo o Paul Dano y terminando con Terrence Howard, este último en
el rol del padre de Joy, la otra niña secuestrada.
Un trabajo penetrante y magnético. Toda una lección
de cine en mayúsculas que, con ciertas asperezas a limar, desvela la fuerza de
un director que seguramente, en un futuro no muy lejano, nos brindará otros
títulos igual de estimulantes. Y es que el hombre sabe poner muy bien la cámara
en cada momento, mostrándose capaz de desvelar datos imprescindibles de forma
muy sutil y sin resultar reiterativo.
4 comentarios:
Una película brutal en la que, como en los clásicos detectivescos, se nos van dando las piezas poco a a poco.
Película impactante que no se libra de algún que otro fallo. Sin embargo, como usted dice Spaulding, se agradece la postura del director libre de sentencias y el resultado es notable.
Hugh Hackman está fantástico y Jake Gyllenhaal comienza a ser una debilidad para este servidor. Este chico ya ha hecho un buen puñado de papeles bien diferenciados en el cine, siempre con una peculiar contención y una magnífica lectura de sus personajes.
Por cierto, yo habría terminado la película unos segundos antes. Sin spoilear, creo que se entiende.
jejeje... que malo que es usted, negro, con lo de terminar la película un pelín antes... jejeje.
Si puede, no se pierda la de Enemy, con el Gyllenhaal. Es una peli rara, pero con un gancho tremendo.
A mí hubo partes que se me hizo un poco lenta, la verdad. Y para mí tiene un fallo que es el que yo llamo La Cagada de Jaque al Asesino. Si lo recuerda, esa es una peli mala de cojones que mejoraba porque sale mi muy adorada Diane Lane, pero que cumple el teorema de que toda película en la que aparece Christopher Lambert es un truño enorme. La Cagada de Jaque al Asesino es que aparece un personaje secundario interpretado por Cary Elwes, pocos años después de haber hecho La Princesa Prometida. Pues bien, este personaje no pinta nada en toda la historia, si no estuviera no pasaría nada, apenas tiene dos líneas de diálogo, pero resulta que se gastan la pasta en contratar a este tío y no le pagan por nada, por lo que lo lógico es que sea algo relevante, y como no lo es en todo el metraje, la conclusión es que sea el asesino, y lo es. Viene a decir que si se gastan la pasta en un actor o actriz con cierto prestigio, como nominación al oscar o una película éxito reciente, es porque debe ser importante en la historia, y como en toda la película no tiene importancia alguna, la única solución es que sea el asesino. Pues bien: desde mi punto de vista es lo que pasa en esta película.
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