
Bajo su falsa apariencia de cine de autor, Entre Mujeres es una especie de insulso telefilme de sobremesa en el que se narra el despertar a la vida de un joven guionista de 27 años quien, abandonado por su novia y cansado de trabajar para subproductos televisivos de tres al cuarto, decide alejarse de su ámbito habitual para refugiarse, durante una larga temporada, en casa de su abuela, la cual empieza a detonar numerosos problemas de memoria. Allí, mientras dedica parte de su tiempo a cuidar de ella, iniciará la escritura del libro que siempre ansió y entablará una desigual relación con las féminas de la familia de la casa de enfrente: una mujer madura, insatisfecha en su matrimonio, y sus dos hijas: una guapa adolescente y una pequeña precoz.


En definitiva, ésta es una nueva y fallida aproximación a ese aire de desengaño familiar y colectivo que Sam Mendes plasmó, a las mil maravillas, en su magistral American Beauty. Está claro que las intenciones son muy buenas, aunque papaíto Lawrence debería darle algunas lecciones a su hijo antes de embarcarse en un segundo título. A buen seguro, todos saldríamos ganando.
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