La genial primera parte de ese film de 1979 inspiró, sin lugar a dudas, otro de los inicios más impactantes en el género, el del primer Scream. En éste, Wes Craven, con la ayuda de una soberbia Drew Barrymore y el uso de un teléfono insistente, logró uno de los momentos de suspense más brillantes de los últimos tiempos.
Ahora se ha estrenado Cuando Llama un Extraño, una nueva revisitación del tema que se apoya, únicamente, en los vibrantes minutos que abrían la cinta de Fred Walton. Su realizador, Simon West (un tipo de filmografía irregular, pero con aciertos como La Hija del General), ha sabido dilatar al máximo el breve episodio de la película original. Los asombrosos y tensos veinte minutos primitivos, se han convertido en una hora y media llena de suspense y misterio. Y ello sin tener que forzar demasiado su guión.
Simon West ha jugado muy bien las cartas. Una situación y un escenario únicos le han sido más que suficientes para calibrar, a la perfección, las numerosas dosis de tensión con las que consigue mantener a la platea aferrada a su butaca. La presencia de una mansión moderna y un tanto fantasmagórica, solitaria y situada en medio de un tenebroso bosque, al lado de un lago, es uno de los elementos más importantes dentro de la acción y la intriga propuestas. Y más si se le añade una tempestad nocturna.
En esa casa inmensa, de tres pisos, llena de pasillos, estancias oscuras y esculturas fúnebres, ha colocado a la joven Camilla Belle, sola en medio de ese estremecedor y lujoso universo, al cargo de dos criaturitas que duermen plácidamente en su pertinente habitación. Los padres de los pequeños –un adinerado médico y su esposa- han salido a pasar la noche fuera. No regresarán hasta pasada la medianoche. Ese es el momento ideal para que la canguro empiece a inquietarse en la soledad de ese espacio desconocido para ella. Primero oirá extraños ruidos; después recibirá imparables llamadas telefónicas; más tarde saltará la alarma. Todo un perverso ritual, urdido por su realizador, para crear una atmósfera de suspense ciertamente enrarecida.
El resto es sencillo aunque efectivo. Se trata de hacer llegar el misterio al límite, al igual que hace con la invisibilidad casi espectral que rodea a la chica que se siente acosada. Y después, cuando tiene al espectador tan agobiado como a su propia protagonista, va y suelta el bombazo. Una sorpresa de guión que, en este caso, aún está mejor resuelta que la que ya existía en el film original. Lástima, de todos modos, que se trate de una sorpresa cantada incluso para aquellos que no vieron la película de Walton, pues los responsables del trailer promocional de Cuando Llama un Extraño no la esconden en absoluto. Cosas imperdonables del marketing cinematográfico.
Nunca me he mostrado muy partidario de los remakes. Lo saben de sobras. Pero hay casos, como en éste, que resultan totalmente válidos. Primero por saber sacarle con sabiduría todo el jugo a una historia mínima, alargando su metraje, sin falsedades ni paja, en pos de la intriga y el suspense. Segundo, porque ésta es la época ideal -debido a la móvilmanía imperante-, para revisar una historia en donde los teléfonos (inalámbricos y celulares) juegan un papel importante. Y tercero porque, al igual que su antecesora, posee otro inicio inolvidable y de una plasticidad visual aplastante: mientras trasncurren sus títulos de crédito y con el fondo de una feria ambulante, Simon West nos própone un sorprendente prólogo que, al mismo tiempo, supone una avanzadilla para el espectador de los terrores que habrá de vivir Camilla Belle, una jovencita prometedora que, hasta el momento, sólo había intervenido en películas con adolescentes calentorros.
Vigilen si alguien les llama a su teléfono. Seguramente será una señorita, con voz educada, vendiéndoles publicidad de cualquier tipo. Otro tipo de acoso al que algún día alguien debería dedicarle una película con cierta mala leche.
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