Un film agradable, aunque sin muchas sorpresas en su haber, cuya originalidad (y simpatía) radica en el interesante paralelismo que plantea entre los matrimonios héteros y los gays. Como relación de pareja y de familia, los problemas que aparecen son prácticamente los mismos. Las inseguridades y recelos no distinguen el sexo de las parejas.
Atención, ante todo, a las espléndidas actuaciones de Annette Bening (con merecida nominación incluida) y Julianne Moore. Ambas forman el matrimonio lésbico protagonista: Nic y Jules. La primera, médico de profesión; la segunda, ama de casa con ganas de independizarse a través de un negocio propio a punto de empezar. Tan sólo por el interesante duelo interpretativo que nos ofrece, ya vale la pena darle una oportunidad.
Y allí, en medio de las dos mujeres y hostigado por dos criaturitas de las que se siente un poco el padre, el tercero en discordia, un Mark Ruffalo alejado de sus papeles habituales. Su Paul es un bon vivant de pasado sospechosamente hippie, con tendencias naturistas, de trato encantador y excesivamente sensible. Un hallazgo de personaje.
Mia Wasikowska y Josh Hutcherson, son los encargados de dar vida a los hijos de las “mamás”. Ella (la Alicia de Tim Burton) atiende por el nombre de Joni (según sus madres, en homenaje a la cantante Joni Mitchell); él, lo hace por el de Laser. La chica tiene 18 años; el chico, 15. Tal y como dirían The Who sobre ellos: “The kids are alright” (los chicos están bien). Ambos serán el detonante que haga cuestionar a todos los integrantes del grupo sus verdaderos lazos familiares.
Un film de obligada visión para aquellas mentes cerradas que aún siguen abogando cansinamente por la familia “tradicional”.
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