11.2.11

La familia que boxea unida...

Los intríngulis del boxeo y sus aledaños es un tema recurrente en la filmografía norteamericana. Muchos son los títulos ya convertidos en clásicos que se han acercado al mundo de los boxeadores. Ahora cabría añadir a la lista el recién estrenado The Fighter, un sólido trabajo de David O. Russell, el director de Tres Reyes.

O. Russell se acerca a los negocios que generan los cuadriláteros a través de una familia atípica y totalmente disfuncional, compuesta por una madre autoritaria y sus 11 hijos -nueve chicas y dos varones-, habidos de dos parejas distintas. Marcados por tal matriarcado, allí, en medio de tanta fémina, se sitúan Dicky Eklund y Micky Ward, los dos chicos. El primero, un cuarentón pillado por el crack y con un pasado a cuestas como pugilista, hostigado por su madre, pretende entrenar a su hermanastro para que éste consiga aquellos títulos que a él se le escaparon de las manos. El enfrentamiento familiar está cantado.

The Fighter se basa en la historia real de Dicky y Micky, los dos hermanastros boxeadores. La cámara se acerca a ellos sin muchas sutilezas, más bien de forma fría, manteniendo las distancias aunque, afortunadamente, mimando más al rol del descarriado Dicky que al del futuro campeón. Los personajes al límite siempre son bienvenidos al microclima del melodrama. Y mucho más si, tras un tipo como éste, se encuentra alguien tan camaleónico y sorprendente como Christian Bale, un actor soberbio que se muestra capaz de construir a su destructivo personaje con unas gotas de ternura que logran suavizar al agresivo carácter del mismo.

De hecho, la película se sustenta ante todo del magnetismo que desprende tal personaje, ya que el resto no es más que una (muy bien metida) acumulación de cuantos tópicos envuelven al género, empezando por una historia de superación personal y siguiendo con las archimanidas relaciones de familia, en donde los celos, el mal rollo y la redención final no podían faltar. Ya saben: la familia que boxea unida, se mantiene unida... El ring no solo está en el cuadrilátero; la vida golpea incluso más fuerte en tierra firme.

Al tratarse de un caso verídico, el realizador le ha otorgado a su narrativa y a su aspecto visual un suave toque a docudrama, una muy correcta opción que se ve potenciada debido a la presencia, en pantalla, de un teórico equipo de reporteros de la HBO que, cámara en mano, realizaron en su día un par de reportajes sobre la figura del eclipsado Dicky Eklund.

Boxeo, familia, negocios, drogadicción, delincuencia... Un poco de todo al servicio de un film que, a pesar de las pocas sorpresas que depara su metraje, hace gala una solidez intachable, tanto por la seriedad que ostenta un guión que rehuye cualquier truculencia narrativa como por sus brillantes interpretaciones. Y es que aparte de Bale, Mark Wahlberg, Melissa Leo y Amy Adams también están sencillamente perfectos.

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