
Me ha costado, pero finalmente ayer vi
Superman Returns. Y me lo temía. La nueva entrega del héroe de la
DC Comics es totalmente innecesaria. Innecesaria y aburrida. ¡Aburridísima! Y es que
Bryan Singer ha hecho una película sin ritmo alguno y en exceso pretenciosa.

Cronológicamente, la historia arranca tras
Superman II, el primer título de la saga que dirigiera
Richard Lester en 1980, justo cuando el héroe de la capa roja regresa a la ciudad de Metrópolis después de una larga ausencia de diez largos años; toda una década que el tiparraco se tomó a modo de descanso sabático para reencontrarse con sus verdaderos orígenes. Volviendo a adoptar el nombre de
Clark Kent, se empleará de nuevo como periodista en
The Daily Planet, llevándose una gran decepción al descubrir que su amada eterna, la también reportera
Lois Lane, es ya una mujer casada y con un hijo de nueve años. Al mismo tiempo, su eterno rival por antonomasia, el diabólico
Lex Luthor, ha regresado igualmente dispuesto a hacer una gigantesca barrabasada al mundo entero; una perversa trastada en la que la
kryptonita jugará un papel muy importante.

Lo de que
“la historia arranca...” del párrafo anterior es un decir, pues
Superman Returns despega justo cuando finalizan los títulos de crédito; en el momento en el que el espectador puede salir a la calle y sanearse del sopor que ha tenido que sufrir en el interior de la sala. Y es que esta entrega no ofrece nada nuevo con respecto a las anteriores, a no ser por el moderno diseño del esquijama y por ese pequeño detalle, tan previsible, de la
“semillita” del superhéroe.
El resto es lo de siempre, pero en empalagoso, lleno de diálogos interminables entre
Lois Lane y el de la capa roja, con varios vuelos nocturnos sobre Metrópolis para que la pareja de amantes se susurren ñoñaditas romanticonas. Ni siquiera se han tomado la molestia de perfeccionar los vuelos de
Superman, pues el sistema empleado es el mismo que en los 70 utilizara
Richard Donner para el
film original; sistema en el que las transparencias siguen siendo el mayor efecto visual. ¿Homenaje, desidia? ¡Vaya usted a saber!

La fuerza que le impregnó
Gene Hackman al villano de
Lex Luthor, a través de un controlado y gracioso desmadre interpretativo, se ha ido al carajo con la presencia, en esta ocasión, de
Kevin Spacey. El actor, al igual que
Hackman, se desmadra, pero en exceso y sin desparpajo, consiguiendo tan sólo una caricatura grotesca y patética del pérfido personaje. Al igual ocurre con toda la
troupe de sicarios de tres al cuarto que acompañan a
Luthor en sus múltiples fechorías. Si hubiera de salvar a alguno de estos de la quema, sería a la atractiva
Parker Posey; más que por actriz, por eso: por atractiva.

Y hablando de los actores,
Kate Bosworth no otorga ninguna entidad al personaje de
Lois Lane; su actuación es tan simple y rutinaria que es imposible creérsela en absoluto. ¡Por Tutatis, como eché en falta a
Margot Kidder! Quizás, en este aspecto, sea más acertada la elección de
Brandon Routh como
Superman pues, en el fondo, recuerda bastante a la fisonomía de
Christopher Reeve, sobre todo cuando adopta la personalidad de
Clark Kent. Además, el muchacho, resulta igual de soso que el actor desaparecido. Y lo de ser soso no está del todo mal, ya que
Superman siempre se ha mostrado como un superhéroe en exceso insubstancial: más que un superhéroe, parece un pavo con capa y calzones (con el perdón de sus innumerables fans).

Mucho me temo que, vistos los resultados y la manera de tratar al personaje,
Bryan Singer se quedó con las ganas de realizar un film sobre
Batman. Al menos, así lo demuestra a través de su estética más gótica y su oscurísima fotografía (al contrario que las coloristas entregas de
Donner y
Lester), aparte de insertar un pequeño (y casi diría que celoso) guiño a la ciudad de Gotham. Y por si queda alguna duda de ello, esa insoportable e inacabable parte final, de tono exageradamente melodramático, lo acaba de confirmar; un episodio final, alargado hasta extremos increíbles, en el que el superhéroe se debate entre la vida y la muerte, mientras media Humanidad está pendiente de su posible salvación.

Para futuras y casi seguras secuelas, espero que el del esquijama, si no es para mejorar, se quede en su casa rememorando su pasado. Incluso, siendo mala, la
tercera entrega, con
Richard Pryor (
qepd) de payaso mayor del Reino, estaba mejor que ésta. Al menos, en ella había una memorable escena en la que
Superman, borracho de whisky hasta la médula, se liaba a hostias con su otro yo. Y es que, en
Superman Returns, no hay ni una escena salvable.
Por cierto, ¿saben que
Singer tenía reservado un cameo para
Christopher Reeve y no se pudo realizar debido a la muerte del actor? Curiosamente,
Marlon Brando, desaparecido mucho antes, tiene su cabida en el film gracias a algunas escenas descartadas del
Superman original. Está claro que, en el mundo del cine, también hay VIPS en el Más Allá.
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