23.3.11

La dama que no temió a Virginia Woolf

Unos decían de ella que era una Mujer Indomable, otros que se trataba de una Mujer Maldita; la verdad es que era Salvaje y Peligrosa. Su Fuego de Juventud y sus numerosos Recursos de Mujer la hicieron destacar entre todas las Mujercitas que poblaron el Hollywood de los años dorados. A pesar de haber bebido del Árbol de la Vida durante una Ceremonia Secreta tras un Pacto Con El Diablo, hoy nos ha abandonado. Su nombre, Elizabeth Taylor: para ella siempre existirá Un Lugar en el Sol.

Conoció en persona a Los Picapiedra, aunque nunca llegó a deambular por La Senda de los Elefantes. Incluso su voz se dejó oir en el domicilio de los Simpson. Toda una Gigante de la interpretación que, por culpa de llevar una vida sentimental más ajetreada que la de Cleopatra, se convirtió en Una Mujer Marcada. Durante muchos años, El Único Juego de la Ciudad consistió en adivinar cual sería su próximo marido. Sus múltiples bodas se asimilaron a una Cadena Invisible que jamás gustó al Padre de la Novia.

Sus películas ya han pasado a formar parte de la memoria colectiva, como si se trataran de brillantes Reflejos En Un Ojo Dorado. Los Comediantes que la acompañaron durante su carrera la despedirán esta noche con una Rapsodia, un Pájaro Azul alzará el vuelo y maullará entristecida una Gata Sobre el Tejado de Zinc.

Con su muerte, De Repente, El Último Verano ha vuelto a mi mente y he recordado La Última Vez Que Vi París. No más Castillos En La Arena: Liz Taylor Forever.

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