
La Sombra del Cazador se basa en un artículo publicado en la revista Esquire y que, a su vez, se inspiraba en un caso verídico en el que se vieron involucrados cinco corresponsales quienes, años después de la contienda, se reencontraron en Sarajevo para intentar dar caza a Radovan Karadicz, uno de los criminales de guerra más buscados por la CIA. Shepard, en su guión, reduce el número de periodistas a tres y, en parte, cuando entra de lleno en el tema central, rompe ese halo de idealismo romántico que poseía la historia al convertir la persecución en una venganza personal.


En ese prólogo, de escasos diez minutos de duración, el cineasta se expande a gusto -y sin reparos de ningún tipo- a la hora de soltar al aire cuatro verdades bien claras y en voz alta. La película, con esa brillante e insólita entrada, promete mucho más que lo que después ofrece. Hay que decir, en defensa de las intenciones de Richard Shepard, que hubiera resultado dificilísimo mantener el mismo nervio (narrativo e intelectual) durante todo el metraje. La mala baba inicial se va diluyendo (aunque manteniéndose, a pequeñas dosis, sin desaparecer), para dar paso a un producto más cercano al cine de entretenimiento que al de ese thriller político al que quiere (o parece) aspirar. Juega al límite, colocado siempre en la frontera entre la bufonada y la mirada crítica y, curiosamente, jamás inclina la balanza más hacia un lado que al otro. ¿Un puro ejercicio de equilibrismo o, simple y llanamente, una prudente corrección política?
Sin ser redondo, y denotando demasiados altibajos en su desarrollo (tanto de guión como de género), se trata, en definitiva, de un título que vale la pena repescar, aunque sólo sea para recordarnos la brutalidad de un conflicto al que, en su día y a pesar de suceder muy cerca de nuestra casa, no se le quiso dar una excesiva relevancia. Y ello por no hablar de los oscuro papeles que, en buena medida, interpretaron tanto la CIA como la ONU; papeles que, por cierto, quedan perfectamente reflejados en el film gracias a un sabroso toque satírico.
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