A pesar de haber debutado a los 12 años de edad y al lado de Susan Sarandon en El Cliente, su paso por el cine fue como una exhalación. Brad Renfro era su nombre. Anteayer se le encontró sin vida, en su domicilio, debido a causas aún no clarificadas. Según cuentan, estaba enganchado a todo tipo de drogas y alcohol. Tenía tan sólo 25 años en el momento de su muerte.
Una carrera no muy brillante que le brindó, sin embargo, algún que otro papel protagonista en títulos como el citado El Cliente, el espléndido Sleepers o, entre otros, Verano de Corrupción, film, este último, que vino a presentar personalmente al Festival de Sitges en 1998. De esa época aún le recuerdo, por los pasillos y el hall del Hotel Meliá, paseando la insolencia típica del joven adolescente que empieza a saborear la fama al tiempo que, debido a un artículo publicado en el diario oficial del certamen, todos los asistentes comentaban su cantado momento de intimidad en la población catalana con un miembro (¿o ya era ex miembro?) de la organización. Y cuando digo “miembro”, no lo hago con segundas intenciones (¿o sí?). Sea como sea, se trataba de un MIEMBRO en letras mayúsculas. Tómenlo como quieran.
Llegó al mundo del cine pensando en convertirse en el sustituto de River Phoenix y, al final, logró su objetivo. Al menos, según parece, antes de su traspaso ingirió un cóctel de características similares. Descanse en paz.
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