Una joven delicada y enamoradiza. Una mujerona, entrada en años y carnes, amante de su marido. Una madre violenta y criminal. Una dama de la aristocracia. Una hembra pérfida y cruel. Shelley Winters pudo con todo. Muchos la daban ya por muerta desde su infarto en el Poseidón, pero estuvo en activo hasta 1999, fecha en que se retiró del mundo del cine.
Ayer, a los 85 años de edad, esa gran señora que jamás dio muestra alguna de histrionismo, ha encontrado su merecido lugar en el sol.
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