30.1.06

El tunel del tiempo

Los humanos somos raros. Muy raros. Y yo, el primero.

¿Es lógico que un servidor dedique su tiempo a darle un vistazo a Starsky & Hutch, mientras en la cartelera actual figuran tres o cuatro títulos tentadores? Pues no, la verdad... pero me apetecía ver esta soberbia gansada, aunque sólo fuera como homenaje al desaparecido Chris Penn quien, en este film, realizaba una pequeña intervención como policía.

Remontarse a la serie original es rebobinar mucho en el tiempo. Se estrenó en España allá por 1976, con los primeros televisores en color. Por aquel entonces yo tendría unos 16 años. Y, al igual que la mayoría de jóvenes del momento, estaba enganchado a la dosis semanal de Starsky y Hutch. Ese look tan hortera que lucía no nos sorprendía en absoluto, pues era la estética predominante en esos años. Pantalones acampanados y automóviles tuneados, eran el plato fuerte del momento.

El argumento de sus episodios era lo de menos. El truco estaba en sus emblemáticos protagonistas y en las numerosas escenas de acción. La presencia de un narco (a ser posible afroamericano) era la excusa ideal para que uno de los dos agentes acabara infiltrándose –capítulo tras capítulo- en el mundo del hampa. Era la época en que la blaxpotation golpeaba con fuerza en la pantalla grande, con lo cual la serie televisiva se apuntó al carro de ese movimiento. Starsky y Hutch tenía un cierto regusto a película de serie B protagonizada y realizada por gente de color: los dos polis eran blancos, pero la música funky y un sinfín de secundarios negros (de entre los que destacaba Antonio Fargas, el confidente habitual), se encargaron de ello.

La actualización cinematográfica es más de lo mismo. Es fiel a la tónica del original televisivo, aunque bajo un punto de vista más satírico. Potencia, en todo momento, la extraña relación entre el par de policías protagonistas, dos tipos de carácter muy distinto pero que se entienden entre ellos a la perfección. Una relación que, por cierto, dista muy poco de la mantenida por Stan Laurel y Oliver Hardy y a la que el largometraje de Todd Phillips ha retratado con un puntito de malicia. Si en televisión tanto Starsky como Hutch ya eran unos botarates, en esta ocasión están tan caricaturizados que parecen tontos del culo.

Como fácil recurso humorístico, exagera los defectos del dúo. Starsky se pasa buena parte del metraje saltando por encima de los capós de cuantos coches se cruzan en su camino, mientras que la principal y única obsesión de Hutch estriba en poder ligar con una rubia exuberante dotada de buenas tetas. El coche rojiblanco (todo un icono televisivo) y el chivato oficial, Huggy Bear, son sus otros dos puntos de atención. Y, al igual que en la serie, la película no tiene hilo argumental alguno. Incluso, en este aspecto, ha seguido respetando la fuente original.

Uno de los pocos aciertos se encuentra en la elección de Ben Stiller y Owen Wilson. El primero da vida a David Starsky, mientras el segundo hace lo propio con Ken Hutchinson. Y, tanto el uno como el otro, bordan sus respectivos papeles, convirtiéndose en verdaderas almas gemelas de los actores televisivos, Paul Michael Glaser y David Soul. De manera inevitable, éstos también tienen su particular (aunque forzado) caméo, al igual que ocurre con un divertido (pero esperado) guiño a la meteórica carrera como cantante de David Soul.

Un film olvidable que, sin embargo, sirve para que aquellos que recordábamos la serie con agrado descubramos que se trataba de un producto endeble y vacío, como la personalidad de sus dos personajes principales. Mucho me termo que, entre este remake y los episodios originales, hay muy poca diferencia. Definitivamente, cualquier tiempo pasado no fue mejor.

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