14.9.04

En medio de ninguna parte

Barcelona. 7 horas 30 minutos de la mañana. Gran tempestad sobre la ciudad. Rayos. Truenos. Lluvia. Ni siquiera se avista al aguerrido capitán Haddock por las calles. El coche (un trasto destartalado al que le tengo un cariño especial) lleva al matrimonio Spaulding hacia sus respectivos trabajos cuando, de repente, empieza a humear... ¿Huele a quemado? La temperatura del agua está por los cielos (encapotados, pero cielos.. al fin y al cabo). Un calentón... Para el coche... y toma paciencia.

Cada vez que el atomovil nos deja tirados en medio de ninguna parte (porque siempre esas maquinitas con ruedas se paran en "ningun parte") viene a mi memoria una excelente película del siempre discutido (y discutible) Oliver Stone, Giro al Infierno. Un film que, en su día, no fue lo suficientemente apreciado y que, en parte, pasó por las pantallas sin pena ni gloria, quizás debido a la poca confianza que a muchos les inspira su realizador (empeñado, a golpe de cámara, en convertirse en el cronista Number One del pueblo norteamericano) o bien a que sus 3 anteriores películas (filmadas tras la magistral JFK) supusieron un reto demasiado aburrido -y hasta rocambolesco- para el espectador (la amuermante El Cielo y la Tierra, la burda Asesinos Natos y la interminable Nixon).

La cinta narra las desgracias que habrá de vivir un tipo (Sean Penn) que, huyendo de la mafia de Las Vegas por una deuda de juego, verá como su coche decide quedarse atrancado en pleno desierto de Arizona, justo al lado de Superior, un pueblucho en medio de ninguna parte en donde no corren muy buenos aires. Allí, un mecánico un tanto jetas (Billy Bob Thornton), una joven tentadora (Jennifer Lopez) y el potentado marido de ésta (Nick Nolte), acabarán por amargarle la existencia.

La facilidad por identificarse con el personaje de Sean Penn es innegable: un perdedor sin oficio ni beneficio, asqueado por el trato surrealista que le da el mecánico de marras y atraido, irremediablemente, por las sinuosas curvas de Grace McKenna (aka Jennifer Lopez)... Curvas que no le harán dudar, en momento alguno, a la hora de iniciar un juego peligroso que le acercará, de manera imparable, al infierno sufrido, muchos años antes, por el enamorado Fred McMurray de la insuperable Perdición.

La cinta se ampara en un guión controlado y milimétrico que, en todo momento, utiliza un malsano y arrebatador humor negro que hacen, de la desgracia de nuestro atolondrado protagonista, el pan nuestro de cada día. Para ello, Stone no duda en utilizar diversos formatos cinematográficos, lo cual ayuda aún más al espectador a adentrarse en el laberíntico ambiente de Superior.

Un trabajo que a muchos les parecerá una obra menor dentro de la filmografía de ese realizador pero que, sin embargo, y a mi parecer, es un gran guiño al cine negro, con contínuos homenajes a aquellos perdedores que, en los 40, inundaron las pantallas de todo el mundo, influenciada además, muy de cerca, por la estupenda ¡Jo, qué noche! de Martin Scorsese. Bien vale un repaso este sorprendente Giro al Infierno.

Por suerte, mi destartalado y amado coche, no se paró en Superior... sino que fue a una UCI situada en el barcelonés y entrañable barrio de Gracia. Ni el mecánico era Bob Thornton (¡menos mal!), ni camino del Metro me crucé con Jennifer López....(esto último, señores, si que es una desgracia!!).

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