Hoy mismo se ha estrenado El Bosque, la nueva película del realizador de El Sexto Sentido, M. Night Shyamalan. Tan pronto como la haya visto, la próxima semana, daré buena cuenta de mis impresiones desde esta página.
Aprovechando la ocasión y, a pesar de ser un defensor a ultranza del tercer film de este director (que no el segundo, como piensan algunos, y el mejor suyo hasta el momento), me gustaría situarme unos cuantos años atrás, en 1979. En esa época, un tal Peter Medak -un hombre procedente del mundo televisivo-, a través de un sorprendente trabajo empezó a romper moldes en cuanto al fantástico se refiere, profundizando más en los personajes y dejando ciertos tópicos un tanto arrinconados. Es una lástima que, a partir de esa pequeña gesta, el resto de su filmografía resultara un tanto irregular e incluso olvidable.
Al Final de la Escalera era el título en cuestión, una película que marcó un estilo, unas pequeñas directrices. Se trataba de una modesta cinta -con ciertio aire de serie B- que, protagonizada por un excelente George C. Scott, influenció, sin duda alguna, a la ya citada El Sexto Sentido y, aún mucho más, a la también correcta El Último Escalón. Peter Medak, rehusando usar falsos golpes de efecto y toda clase de sustos baratos, aunque amparándose en la contundente banda sonora de Rick Williams y en un brillante guión, escudriñó hasta el fondo en la angustia de la presencia espectral (en este caso un niño muerto en extrañas circunstancias), logrando, sólo con ello, crear en las plateas una sensación de inquietud y pánico pocas veces conseguida hasta el momento.
Y no sólo abrió nuevas fronteras experimentales, para cintas con fantasmas intranquilos que tienen ganas de dormir en paz, sino que, al mismo tiempo, dio un vuelco a las películas sobre mansiones embrujadas que, en esa época, aún seguían las coordenadas de la patética Terror en Amityiville y sus innumerables secuelas. Hasta su aparición, tanto las brillantes The Haunting (La Casa Encantada), del prolífico Robert Wise, como The Innocents (aquí mal titulada como Suspense) de Jack Clayton, habían sido las fuentes más clásicas a seguir por muchos realizadores (de hecho, Los Otros es altamente deudora de esta última, más que de El Sexto Sentido como muchos pretenden). Finalmente ahora, con el paso del tiempo, Medak, con su fantasmagórico film, se ha convertido en uno de los patrones más recurridos del buen fantástico.
Si no la han visto nunca, éste es el momento para recuperarla, dejándose envolver totalmente por la claustrofóbica atmósfera sobrenatural que rodea al personaje al que da vida C. Scott, un músico traumatizado por la muerte accidental de su esposa y su hija que, para olvidar el incidente, alquila una solitaria e inmensa mansión a las afueras de Seattle.
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