El pasado sábado 19 de octubre se clausuraba la
46ª edición del Sitges 2013, al tiempo que se hacían públicos los galardones de
la misma; premios que pueden consultar en el siguiente link.
Este año, tal y como les avancé en el post anterior,
no he podido seguir con la dedicación habitual las proyecciones del festival,
pero aún y así, procedo a narrarles las impresiones de los
títulos visionados, jornada a jornada.
El viernes 11 de octubre, Sitges 2013 abría con
Grand Piano, todo un ejercicio de estilo dirigido por Eugenio Mira que, con
esta cinta, brinda un milimetrado homenaje a Hitchcock y, más en concreto, a su discípulo
más avanzado, Brian De Palma. La poca credibilidad de su trama, así como el
exceso y lo rocambolesco que abrigan muchas de sus escenas, así lo acreditan. La
película, producida por Rodrigo Cortés y protagonizada por Elijah Wood y John Cusack, muestra el retorno a los escenarios de un pianista consagrado que dejó a un lado los conciertos en directo debido a sufrir un
ataque de pánico escénico. En su nuevo debut, deberá atinarse al máximo pues,
justo antes de sentarse ante el piano, recibirá un mensaje, de un francotirador
apostado en la sala, amenazándole de muerte en caso de equivocarse en una sola nota.
A pesar de la desproporción de muchos de sus pasajes,
de la irrealidad del conjunto y de estar rodada prácticamente en un escenario
único, Mira demuestra un dominio total del suspense y del uso de
la cámara, imprimiéndole a su historia un ritmo frenético que hacen totalmente llevadera
su hora y media de proyección. A todo ello hay que añadirle el buen trabajo
interpretativo de Elijah Wood en la piel del músico acosado, actor que se pasa
casi todo el metraje en pantalla.
Y, de segundo plato, llegó la primera del certamen en la frente:
Upstream Color, la nueva empanada mental de Shane Carruth, el mismo que hace
nueve años realizará la insufrible Primer. En esta ocasión, de forma pretenciosa
y a través de un montaje desordenado, nos habla de la relación que se establece
entre un hombre y una mujer que, tras haber sido secuestrados por la misma persona, han sido
sometidos a una extraña experiencia en la que se mezclan la ingestión de
gusanos y cierta concomitancia con cerdos y un tipo en concreto de flores. Una
colgada aburridísima, que abusa de su narrativa asincopada y de esas ansías
estúpidas por asemejarse al Terrence Malik de la aborrecible El Árbol de la Vida. Ideal para gafapastas con ganas de organizar puzzles para encontrarle
sentido a un film descompaginado y pedante.
Con Byzantium, Neil Jordan regresa al cine de
vampiros unos 19 años después de su Entrevista Con El Vampiro. Su nuevo trabajo
es tranquilo, reposado y de fotografía preciosista, consiguiendo que, con sus
imágenes, el espectador evoque viejos títulos de su filmografía (desde la
citada Entrevista Con El Vampiro y pasando por Amor A Una Extraña, Mona Lisa o,
incluso, Juego de Lágrimas). La película se centra en la vida de dos vampiras,
una madre y una hija, que se han pasado varios siglos huyendo de una secta
patriarcal que no está dispuesta a aceptarlas como miembros de su cofradía. En
su última mudanza, se alojarán en un viejo y gótico hotel (de nombre Byzantium,
al igual que el título del film), en donde la madre montará un lupanar para así
poder practicar el oficio que mejor conoce. Sexo, misterio, fantasía y un toque
de emotividad. Un trabajo interesante, aunque no redondo, en donde cabe destacar
el clasicismo de su puesta en escena y, ante todo, las brillantes
interpretaciones de Saoirse Ronan y Gemma Arterton, las dos peculiares
chupasangres.
Ya de madrugada, como homenaje al desaparecido Jesús
Franco, en el cine Prado se proyectó el documental La Última Película de Jess Franco de Pedro Temboury y, como colofón, una de sus películas más aclamadas,
la perversa, morbosa y entretenida Miss Muerte.
Y, de propina, para quien esto escribe, el siempre
reconfortante reencuentro con los viejos amigos del lugar quienes, año tras
año, siguen acudiendo a la cita cinéfila de Sitges.
3 comentarios:
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Joerrr... aquí el que no corre, vuela.
Nos gustó mucho, pero el trailer destripa demasiadas cosas. Wood pone su cara de Frodo sufriente.
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