1.10.13

Tres tontos muy tontos


Michael Bay, en Dolor y Dinero, se disfraza de Oliver Stone y apuesta por la crónica de un suceso real ocurrido en la Norteamérica actual. Deja a un lado su habitual espectacularidad, plagada de cientos de robotijos y helicópteros, y se decanta por una historia más terrenal protagonizada por un trío de culturistas de Florida, un tanto cortos de entendederas, que decidieron enriquecerse mediante el secuestro de un empresario; un secuestro que, por cierto, se salió de madre y apuntó hacia vericuetos bastante retorcidos.

Las intenciones del film son buenas, pero Bay se pierde en su desmelenado y nada atractivo tratamiento. El caso original, ya de por sí resulta de lo más absurdo e ilógico, pero la forma de acercarse a él aún lo convierte en algo más difícil de tragar, empezando por la imposibilidad del espectador de simpatizar mínimamente con alguno de sus personajes, ya sean los secuestradores o la víctima. El dibujo de todos ellos es tan poco estimulante que en ningún momento llegan a motivar en absoluto.


Dolor y Dinero navega continuamente entre géneros, sin centrarse definitivamente en ninguno de ellos. De la comedia más tontorrona y alocada (al más puro estilo Farrelli de Dos Tontos Muy Tontos, aunque salvando las distancias), pasando por el melodrama y desembocando en el thriller más violento y radical. Algo así como lo ya intentado por el citado Stone en la reciente Salvajes. Juega con los formatos y la textura de la fotografía, imprimiéndole mucho ritmo a su narración; un ritmo que, sin embargo, no impide el tedio y el aburrimiento que amaga su (en teoría) desmadrada propuesta.

Arremete, sin éxito, contra la cultura del culturismo, convirtiendo sus pretensiones críticas en un aluvión de ridiculeces sin parangón, al tiempo que saca de Mark Wahlberg una de sus peores actuaciones al dar vida, de forma totalmente pasada de rosca, a Daniel Lugo, el gimnasta artífice del complot. Y ello sin profundizar en las pocas dotes interpretativas de sus dos compañeros de fatigas, Anthony Mackie y Dwayne Johnson (esa cosa gélida e inexpresiva cuya mayor proeza fue hacer de Rey Escorpión). Suerte que por ahí y desengrasando un poco pulula el siempre efectivo Ed Harris, cargando con un papel que no se acaba de creer del todo.

Un Michael Bay distinto, menos artificioso pero absolutamente fallido.


3 comentarios:

El Señor Lechero dijo...

¿Dice usted, micer Spaulding, que The Rock no ha mejorado sus interpretaciones desde los días de El Rey Escorpión? ¿Ni en su paso por las más descacharradas comedias sobre hijas habidas y demás?

Spaulding dijo...

Ese hombre, interpretativamente, es de piedra, tal y como indica su mote.

Anónimo dijo...

Genial artículo! Estoy de acuerdo contigo desde el principio hasta el fin de tus palabras, me tocó ver esta película por motivos de trabajo y la verdad es que no saqué mucho de ella.

3 ciclados en apuros. ¿Qué se puede esperar de esto?