Las mentiras se propagan a la misma velocidad que
los virus. Y más si esa mentira puede convertir a una persona afable en un
pedófilo a los ojos del resto de la comunidad, los habitantes de un pequeño
pueblo de Dinamarca. Todo estalla cuando la pequeña Klara le cuenta a la
directora de su guardería ciertos detalles escabrosos de uno de sus asalariados,
Lucas, un hombre de 40 años, divorciado y que tras perder su empleo como educador
ha entrado a formar parte de la plantilla del parvulario; un tipo cariñoso y
tranquilo que verá desmoronarse todo su estatus al verse involucrado de forma
involuntaria en una historia incómoda.
Desde el inicio, Vinterberg deja clara la inocencia
de su protagonista, un magnífico Mads Mikkelsen que, con esta interpretación,
rompe un tanto con sus anteriores papeles, en los que habitualmente daba vida a
personajes oscuros y malévolos (recuerden que, por ejemplo, fue el villano de
la última versión de Casino Royale). Él es ese Lucas atormentado y enfebrecido
que tendrá que luchar ante el resto de la sociedad para demostrar su inocencia.
Una lucha que, muy a su pesar, tiene perdida desde el principio.
La Caza indaga en la impotencia de un falso culpable
que, por culpa de una infamia, verá mancillado su honor. De la honestidad a la
pederastia en cuestión de segundos. Despreciado por sus amigos y vecinos,
ninguno de ellos estará dispuesto a creer en sus palabras. Sólo encontrará un
mínimo resquicio de apoyo en su hijo y en el padrino de éste. Arrinconado y
maltratado, se convertirá en testigo de excepción de la escalada de violencia e
incomprensión que supone una difamación, aunque proceda de la mentira inocente
de una niña. Una mentira, eso sí, totalmente envenenada… y más si sus adversarios
se apoyan en el artificioso tópico de que “los niños siempre dicen la verdad;
nunca mienten”.
Uno de los mejores títulos de la cartelera actual.
Duro, frío, contundente y dotado de diálogos e imágenes ciertamente inteligentes y sobrecogedoras.
Un film de una crudeza inusitada, capaz de plasmar en imágenes la
transformación de una comunidad aparentemente plácida en una descarnada jauría
humana. Y, de propina, con el aliciente de poder disfrutar del trabajo de Mads
Mikkelsen, uno de los mejores actores del panorama actual.
Atención a la última escena: de las que ponen los
pelos de punta. Más mala leche, imposible.
4 comentarios:
Pues me deja usted (o me dejas tú) con ganas de verla!! Eso sí, con algo de miedo a que se desvirtúe el Mikkelsen que tengo en la cabeza, que ahora mismo interpreta a Hannibal Lecter en la serie de AXN. Este señor tiene el don de inquietarme con una mirada, y eso que tiene los ojos chiquititos!!
Le aseguro que el hombre no se desvirtúa en absoluto. Al contrario, con su cambio de registro aún demuestra más su gran capacidad interpretativa.
Por cierto: he visto los dos primeros capítulos de la serie Hannibal y, por ahora (aparte del buen trabajo de Mikkelsen), la cosa no me gusta nada. Pero nada de nada.
Pendiente la tengo, después de pasarlo mal (en el mal sentido) con Celebración (el único Dogma que soporto) y con El Submarino, esta no puedo perdérmela
perdón, quería decir mal en el buen sentido... que me lío!
Publicar un comentario