25.4.13

Imprescindibles: EL COLECCIONISTA


En 1965 el gran William Wyler  se embarcó en un tenso thriller psicológico, de aire intimista, que narraba la enfermiza relación que se establecía entre un secuestrador y su presa. Basada en la novela de John Fowles y coproducida por Gran Bretaña y Estados Unidos, esta es una de esas joyas que, de vez en cuando, nos regala el cine. Su título: El Coleccionista.


Freddie Clegg es un tipo solitario e introvertido. Su única afición es la de coleccionar distintos tipos de mariposas. Ganador de una quiniela millonaria, decidirá invertir el premio en la compra de una mansión a las afueras de Londres, lugar del que acondicionará la antigua bodega del inmueble para albergar allí a un huésped muy especial: Miranda Grey, una joven y atractiva pelirroja, estudiante de Arte, de la que está enamorado en secreto y a la que secuestrará para conseguir que descubra en él a alguien más allá de su misterioso y peculiar carácter.


Aparte de la presencia esporádica de Mona Washbourne y Maurice Dallimore, El Coleccionista está protagonizada, casi en exclusiva, por Terence Stamp y Samantha Eggar. Un duelo interpretativo de altura, de los que hacen historia. Él, de forma soberbia, asume la temperamental y variable personalidad de Freddie, un individuo que, con su inseguridad, tanto puede demostrar una inocencia casi infantil como convertirse en un ser enigmático e inquietante. Ella, en un registro totalmente distinto al de su compañero, asume a la perfección el rol de una chica asustada y sorprendida, aunque dispuesta a todo con tal de conseguir su liberación; un trabajo que le supuso a la actriz una nominación al Oscar, al igual que les sucedería al propio William Wyler y a sus dos guionistas, Stanley Mann y John Kohn. Y es que su maravilloso guión, con citas incluidas a Picasso y a El Guardián Entre el Centeno (una de las novelas contemporáneas más leídas y controvertidas), tiene tela.


Un melodrama claustrofóbico, de tintes sensuales y macabros, que indaga en la malsana personalidad de su protagonista masculino y en la de una mujer que no tardará en verse afectada por el llamado síndrome de Estocolmo. Una correspondencia atípica, la de ambos, que se verá marcada por los paralelismos entre el hobby de él y el cautiverio de ella, así como por la rabia de Freddie al sentirse despreciado por el resto de la sociedad.


Wyler busca la empatía del espectador con Miranda y también el odio (aunque con moderación) hacia la figura de Freddie, al tiempo que demuestra un prodigioso dominio del suspense -sin nada que envidiar al que caracterizó el cine de Alfred Hitchcock- en un par de escenas muy concretas: la del baño de ella mientras su raptor atiende la visita de un vecino y la del intento de fuga bajo la lluvia.


Uno de las obras maestras de un realizador al que, a pesar de tener un considerable número de títulos incuestionables, no se le ha reivindicado lo suficiente. Así lo atestiguan films como Ben-Hur, La Calumnia, Brigada 21 u Horizontes de Grandeza.


Como dato curioso, tan sólo citar que, en 1989, con ¡Átame!, Pedro Almodóvar hizo su particular (y nunca confesa) lectura del tema.

3 comentarios:

caligula dijo...

¿cuál era aquella del tipo que hacía fotos antes de cargarse a las mozas? porque pensé que era esta, pero ya me he liado. Tenía una escena en la que hacía una foto a una chiquilla mientras apoyaba una espada o un punzón largo en su cuello... la vi allá cuando yo era joven.

Por cierto, que el argumento me recuerda a una obra de teatro que vi hace un par de años que se titulaba Palabras Encadenadas, de argumento caso idéntico, pero el tío secuestraba a su exmujer.

Spaulding dijo...

La película a la que se refiere es El Fotógrafo del Pánico (The Peeping Tom), un excelente título de Michael Powell... todo un film de culto maltratado en su día por la censura española. Es más... el tío no las fotografiaba; las filmaba antes de matar.

Palabras Encadenas me aburrió bastante en su época.

caligula dijo...

la de Palabras Encadenadas la vi hará un par de años en el teatro, y la verdad que sí se me hizo bastante amena. Era un estilo más tirando a amateur que otra cosa, y tenía su coña.

Tendré que buscar la de El Fotógrafo del Pánico esa, recuerdo escenas sueltas, y si recuerdo algo es porque algo tenría... digo yo.