Freddie Clegg es un tipo solitario e introvertido.
Su única afición es la de coleccionar distintos tipos de mariposas. Ganador de
una quiniela millonaria, decidirá invertir el premio en la compra de una
mansión a las afueras de Londres, lugar del que acondicionará la antigua
bodega del inmueble para albergar allí a un huésped muy especial: Miranda Grey,
una joven y atractiva pelirroja, estudiante de Arte, de la que está enamorado
en secreto y a la que secuestrará para conseguir que descubra en él a alguien
más allá de su misterioso y peculiar carácter.
Aparte de la presencia esporádica de Mona Washbourne
y Maurice Dallimore, El Coleccionista está protagonizada, casi en exclusiva,
por Terence Stamp y Samantha Eggar. Un duelo interpretativo de altura, de los que hacen
historia. Él, de forma soberbia, asume la temperamental y variable personalidad
de Freddie, un individuo que, con su inseguridad, tanto puede demostrar una
inocencia casi infantil como convertirse en un ser enigmático e
inquietante. Ella, en un registro totalmente distinto al de su compañero, asume
a la perfección el rol de una chica asustada y sorprendida, aunque dispuesta a
todo con tal de conseguir su liberación; un trabajo que le supuso a la actriz
una nominación al Oscar, al igual que les sucedería al propio William Wyler y a sus dos guionistas,
Stanley Mann y John Kohn. Y es que su maravilloso guión, con citas incluidas a Picasso y a El Guardián Entre el Centeno (una de las novelas contemporáneas más leídas y controvertidas), tiene tela.
Un melodrama claustrofóbico, de tintes sensuales y
macabros, que indaga en la malsana personalidad de su protagonista masculino y
en la de una mujer que no tardará en verse afectada por el llamado síndrome de
Estocolmo. Una correspondencia atípica, la de ambos, que se verá marcada por los
paralelismos entre el hobby de él y el cautiverio de ella, así como por la
rabia de Freddie al sentirse despreciado por el resto de la sociedad.
Wyler busca la empatía del espectador con Miranda y
también el odio (aunque con moderación) hacia la figura de Freddie, al tiempo
que demuestra un prodigioso dominio del suspense -sin nada que envidiar al que caracterizó el
cine de Alfred Hitchcock- en un par de escenas muy concretas: la del baño de
ella mientras su raptor atiende la visita de un vecino y la del intento de fuga
bajo la lluvia.
Uno de las obras maestras de un realizador al que, a
pesar de tener un considerable número de títulos incuestionables, no se le ha
reivindicado lo suficiente. Así lo atestiguan films como Ben-Hur, La Calumnia,
Brigada 21 u Horizontes de Grandeza.
Como dato curioso, tan sólo citar que, en 1989, con ¡Átame!, Pedro Almodóvar hizo su particular (y nunca confesa) lectura del tema.
3 comentarios:
¿cuál era aquella del tipo que hacía fotos antes de cargarse a las mozas? porque pensé que era esta, pero ya me he liado. Tenía una escena en la que hacía una foto a una chiquilla mientras apoyaba una espada o un punzón largo en su cuello... la vi allá cuando yo era joven.
Por cierto, que el argumento me recuerda a una obra de teatro que vi hace un par de años que se titulaba Palabras Encadenadas, de argumento caso idéntico, pero el tío secuestraba a su exmujer.
La película a la que se refiere es El Fotógrafo del Pánico (The Peeping Tom), un excelente título de Michael Powell... todo un film de culto maltratado en su día por la censura española. Es más... el tío no las fotografiaba; las filmaba antes de matar.
Palabras Encadenas me aburrió bastante en su época.
la de Palabras Encadenadas la vi hará un par de años en el teatro, y la verdad que sí se me hizo bastante amena. Era un estilo más tirando a amateur que otra cosa, y tenía su coña.
Tendré que buscar la de El Fotógrafo del Pánico esa, recuerdo escenas sueltas, y si recuerdo algo es porque algo tenría... digo yo.
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