22.1.09

El buen samaritano

Tras la correcta En Busca de la Felicidad, el actor (y, en este caso, productor) Will Smith y el realizador Gabriele Muccino, se han vuelto a unir para maquinar su nuevo film: Siete Almas, un trabajo mucho más austero que su precedente y por el cual no asoma ni un ápice de comedia

Siete Almas examina los movimientos de Ben Thomas, un tipo deprimido y solitario que trabaja como agente del Departamento de Tesorería General de los Estados Unidos. O, al menos, esto último es lo que asegura a todos los personajes que personalmente ha elegido para beneficiarles de un modo u otro. La verdad es que poco más se sabe del tal Thomas: ni de él, ni de sus intenciones reales. Todo parece indicar que un trauma reciente le ha convertido en una especie de buen samaritano: un tipo amargado, aunque de buen corazón, dispuesto a tenderles una mano a la gente más necesitada.

Mediante una precisión casi de relojería, el italiano Muccino y su guionista, Grant Nieporte (en su primer trabajo para la pantalla grande), colocan, una a una, las piezas de su puzzle sobre el tablero, encajándolas con una delicadeza sublime y consiguiendo, con ello, dar nuevas pistas sobre las pretensiones de Ben Thomas. Y curiosamente, cuando todo empieza a aclararse para el espectador, se descuadran de arriba abajo los propósitos del protagonista ya que, en sus planes, no contaba con un obstáculo difícil de superar.

No les voy a contar más sobre una película que vale la pena ir descubriendo paso a paso. De destrozar el intríngulis de la misma ya se han encargado, como es costumbre, otros medios y en distintas ocasiones. Y es que, ante un film de sus características, hay que acudir virgen a su visionado y dejarse llevar por el emotivo descubrimiento de una trama que transcurre a ritmo lento y con un gigantesco toque de ternura. Una trama que, por cierto, posee un cuarto de hora final milimétrico y durante el que se desvelan cuantas incógnitas han suscitado los actos de un sorprendente Will Smith, alejado totalmente (al menos por esta vez) de interpretaciones siempre al límite de convertirse en un comicastro (de los simpatiquillos) de tres al cuarto. Conociendo su colaboración anterior, queda claro que al hombre le sienta bien trabajar a las órdenes del director romano.

Una mención aparte merece la química que desprenden el susodicho y Rosario Dawson. Cada vez que ambos comparten plano, la pantalla se inunda de chispas. Y es que la Rosario es muchísima Rosario... aunque, en este caso, interprete a una chica enfermiza, lo cual le otorga un aspecto poco habitual en ella. Aún y así, la chica es capaz de seguir robando corazones.

Acérquense, con prudencia, a Siete Almas. Y digo con prudencia porque lo peor que les puede suceder es aproximarse a ella pensando que se van a encontrar con una comedia o un film de misterio. Nada más lejos de ello. Siete Almas es un melodrama de envergadura; de los que hielan la sangre y hacen llorar. Muchos la tildarán de lacrimógena. Y lo es, no voy a negarlo. Pero que bonito es, de vez en cuando, dar rienda suelta a los lagrimales... que, en caso contrario, terminan por secarse. Yo gasté unos cuantos kleenex y, además, con ello, disfruté.

No hay comentarios: