Hay películas insulsas e innecesarias. Películas que tendrían que ser destinadas directamente a televisión y, debido al insignificante hecho de estar filmadas en formato Scope (sin aprovecharlo siquiera), reciben los honores de estrenarse en salas comerciales. Películas sin aliciente alguno. Thumbsucker es un buen ejemplo de ello: pocas diferencias existen entre este título y cualquiera de los que un sábado por la tarde emiten Antena 3 o Tele 5, empezando por su monótona y plana realización.
Lo único mínimamente interesante de Thumbsucker se encuentra en sus actores, Todos ellos, del primero al último (incluido el soseras del Keanu Reeves), son los que de verdad salvan de la hoguera a un film aburrido, vacío y pretencioso. Cuatro citas culturales, metidas con calzador, son el endeble cebo que utiliza su director, Mike Mills, para captar los favores del espectador menos exigente.
No se dejen engañar por esa máscara culta con la que Mills ha remozado su película. La historia es la de siempre: la de un joven adolescente, solitario y con graves problemas escolares y familiares que, para evitar plantar cara a sus numerosos conflictos emocionales, opta por refugiarse en su propia soledad para chuparse en silencio el dedo pulgar. Su padre no soporta esa actitud succionadora, mientras que su madre evita darle importancia a la situación. Un antiansiolítico apropiado, sumado a los consejos de un dentista con ínfulas de psicólogo, cambiarán radicalmente la situación del muchacho. Pronto dejará de mamarse el dedo para convertirse en un estudiante prodigioso que sorprenderá a propios y a extraños.
Como ven, se trata de una tema manido y conocido, con la única salvedad de que el muchacho sorbe a todas horas su dedo gordo, en lugar de frenar su insatisfacción apedreando gatos o dándose cabezazos contra la pared, tal y como harían otros jovencitos. Cuestión de gustos.
A lo largo de su inacabable y tediosa narración, no podían faltar los cuatro tópicos habituales: un padre frustrado por no haber conseguido realizarse como futbolista profesional; un maestro comprensivo que va de amigo con sus alumnos; muchas referencias a la marihuana y una iniciación sexual un tanto fallida. Y todo ello para llegar a la moralina tradicional: la superación personal es posible... y mucho más si se llega a ella gracias a la comprensión familiar.
Vaya que, en resumidas cuentas, Thumbsucker posee las mismas intenciones que La Casa de la Pradera, pero con chupóptero convulsivo, progres desfasados y porros de maría. El lobo, por mucho que se disfrace de oveja, acaba descubriéndose. Y a Mike Mills se le cayó el disfraz en menos de media hora de proyección. El tipo se debe pensar que aún nos chupamos el dedito.
Por cierto, hablando de chupadas... ¿saben que Chupa-Chups, desde ayer, ha dejado de ser catalán? Ahora es un producto italiano. Eso si que es frustrante de verdad, y no el tener un padre que iba para balonpédico.
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