11.2.05

Sus putos padres, again

Seré breve, pues hay películas como ésta, Los Padres de Él, que no merecen un comentario muy exhaustivo. Lo mejor, ante tal insignificancia, sería el desprecio total. Pero, la verdad, hoy me siento benévolo (es viernes, estoy contento y empieza el fin de semana) y le dedicaré unas cuantas palabrejas.

Si alguno de ustedes vio su primera parte, Los Padres de Ella, recordarán que en esa, con cierta gracia, se narraba el encuentro de un irritante Ben Stiller (repitiendo su cargante rol de patoso) con su futuro suegro, un ex-agente de la CIA muy puñetero y gruñón, encarnado por un desmadrado Robert De Niro enfrascado, en aquella ocasión, en un puro festival de muecas. Cuatro gags bastante bien resueltos (aunque en nada originales) fueron la clave de su éxito.

Sus productores y su director, amparándose en la ley del mínimo esfuerzo (tal y como era de esperar), decidieron volver a repetir las mismas coordenadas en esta secuela y como gran gancho comercial (si es que aún tienen su gancho, cosa que dudo) han contado con la presencia de Dustin Hoffman y Barbra Streisand, un par de estrellas ya apagadas que, desde hace varios años, buscan con desesperación un hit con el que relanzar su eclipsada carrera. Y ellos, en Los Padres de Él, interpretan precisamente a los progenitores de Stiller, el matrimonio Follen (Fockers en el original), quienes durante un largo fin de semana recibirán en su mansión de Miami a sus futuros consuegros. Y, como también era de esperar, los problemas y los enredos nacerán por culpa de la abismal diferencia de caracteres de las dos parejas, pues mientras los Follen siguen agarrados a la liberal cultura hippie, la familia de De Niro ve la vida desde el lado más conservador de la misma.

Una pena de película, créanme. Stiller repite, incansablemente, sus dotes de payaso bobo; De Niro explota su vena más histriónica hasta límites insospechados y Streisand hace acto de contrición, acepta meterse su subido ego en el culo para compartir cartel y escena (sin robar planos) con sus otros compañeros, mientras Hoffman (quien le ha visto y quien le ve) se pasa toda la película andando a saltirones (como su eterno "Ratso" Rizzo de Cowboy de Medianoche), ataviado con calzones cortos y gesticulando de manera exagerada. La verdad es que viendo a este hombre y recordando las grandes películas en las que llegó a intervenir, me dio cierta pena metido en una tontería como ésta.

Una interminable ristra de chistes baratos (y manidos) sobre sexualidad en la tercera edad y alguna que otra bromita escatológica, así como un par de gags aprovechando a las dos mascotas de ambas familias (un gato peripuesto y un perro follador), son la máxima originalidad que nos pueden ofrecer sus guionistas desde una película innecesaria. Y oigan, que no es moco de pavo, pues para firmar ese libreto ¡han contado con cuatro guionistas! La rehostia, vaya.

Y antes de desearles un buen fin de semana, les dejo unas preguntas sobre las que reflexionar: ¿Algún día Ben Stiller, para el bien de la Humanidad, se retirará del mundo del cine? ¿Robert De Niro volverá a actuar decentemente? ¿Tendremos una tercera entrega con Los Padres de Ellos en el Geriátrico?

Que ustedes disfruten el sábado y el domingo. Y no me vayan a ver vanalidades como ésta, que total son cuatro días y el tiempo es muy preciado como para irlo desperdiciando en chorradas...

Al final no fui tan breve.

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