Paul Greengrass, en Capitán Phillips, ha aceptado el
reto de adaptar el caso real del secuestro, por parte de un grupo de somalíes,
del carguero norteamericano Maersk Alabama, sin caer en el error de convertirlo en el típico telefilm de sobremesa especializado en este tipo de
relatos y superando la prueba con una nota más que sobresaliente.
Para ello, el realizador británico ha seguido fiel a
su estilo habitual. Al igual que hiciera en El Mito de Bourne y El Ultimátum De Bourne, sigue apoyándose en su filmación cámara en mano (aunque sin
sobrepasarse en tembleques como en ocasiones anteriores), lo cual le da a su trepidante
narración un aspecto muy cercano al docudrama, realzándolo con su también usual
montaje sincopado y acelerado, sobre todo en los diversos pasajes en los que la
tensión sube hasta límites insospechados.
Evita, de forma inteligente, convertir a la película
en un festival de lágrimas y trampas sensibleras. Para ello, no aparta jamás su
objetivo de la acción que sucede en alta mar, sin acercarse en momento alguno al
fácil recurso de mostrar en tierra el presumible sufrimiento de la familia de
Richard Phillips, el capitán del buque secuestrado quien, para salvaguardar la
integridad de su tripulación, aceptó convertirse en el único rehén del grupo
secuestrador a bordo de un pequeño y claustrofóbico bote salvavidas.
Un trabajo magnético, capaz de atrapar al espectador
desde sus primeros minutos de proyección y que juega, a la perfección, con un
crescendo narrativo de elevada graduación. A pesar de tratarse de una historia
verídica ya conocida de antemano por la mayor parte del público, nunca decae la intensidad con la que se ha acercado a la misma.
Domina de forma brillante el suspense, al tiempo que refleja de
manera inteligente la congoja de Richard Phillips, rebautizado por uno de sus raptores como el Irlandés.
Un inmenso Tom Hanks es el encargado de dar vida al
angustiado Irlandés quien, con sólo sus miradas, es capaz de transmitir a la
platea todos los sentimientos y pensamientos que se le cruzaron por la mente durante la
abrumadora odisea. Una magistral lección de contención interpretativa, perfectamente
resumidos en sus últimos cinco minutos de proyección y que, por sí mismos, le podrían
suponer un Oscar. Y es que el hombre está para sacarse el sombrero.
Dos horas y cuarto de buen cine; de gran cine, del
que pasa en un abrir y cerrar de ojos. Bien es cierto que se podría haber
aligerado un tanto su metraje pero, tal y como está, ya se trata de una
excelente película.
3 comentarios:
Para mí, personalmente, la película del año, por encima de Gravity. Tom Hanks increíble, y mira que no le soporto al tío, eh? Sólo igualado este año por la interpretación de la danesa La Caza. Al menos de lo que yo he visto hasta el momento. Quizá el McConahew (que habré escrito mal) de Mud.
A mi no me gusto mucho, pero bueno....
saludos
Una de las mejores peliculas españolas, prefiero el goya a esta pelicula.Una pelicula con muchas risas
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