4.7.11

Como decíamos ayer...

Al final, ha transcurrido más de una semana, pero vuelvo a estar aquí. Una semana y pico en la que ha sucedido un poco de todo. Mis luchas con el nuevo PC, el dichoso Windows 7 y sus funestas incompatibilidades con otros programas y hardware externo, evidentemente han marcado los últimos días.

El verano ya está aquí. Y, por el camino, se nos ha ido el irrepetible Peter Falk y, con él, el incomparable teniente Columbo, ese obstinado policía que no cejaba en sus tareas hasta que tenía bien acorralado al sospechoso de un crimen. Integrante confeso del clan Cassavetes, se crió en el mundo de la televisión con pequeños papeles en series de los años 50 y 60 (Los Intocables, The Twilight Zone o La Hora de Alfred Hitchcock, entre otras) y fue llamado para la gran pantalla por gente como Frank Capra (Un Gángster Para Un Milagro) y Blake Edwards (La Carrera del Siglo). Su especialidad, como secundario de lujo, fue dar vida al comparsa gruñón y malcarado de turno.

A principios de los 70 nació Columbo , su gran salto a la fama: uno de los personajes más característicos de la televisión. Su vieja gabardina, su eterno puro y el destartalado Peugot 403 con el que se desplazaba por la ciudad de Los Ángeles, se han convertido en verdaderos iconos de la historia de la caja tonta. Y ya, rematando una carrera brillante, sólo le faltó la interpretación del detective Sam Diamond en la ingeniosa Un Cadáver A Los Postres y su encomiable trabajo, al lado de Woody Allen, en The Sunshine Boys, el remake televisivo de Una Pareja Chiflada, en el que el actor daba vida al personaje del que se encargó Walter Matthau en el original de Herbert Ross.

Aunque con un mucho de retraso, descanse en paz. Y es que el hombre se merecía un pequeño recuerdo desde esta página. Ahora, con un poco de suerte, desde un lugar remoto y disfrazado de Columbo se estará encargando de poner en evidencia al pájaro (¿o no era un canario?) de Teddy Bautista. Eso espero.

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