19.12.09

Invasores del espacio exterior

Las fiestas navideñas son ideales para llevar a los más pequeños de la casa al cine. Varias son las ofertas que, para ellos, se pueden encontrar. Planet 51 es una de ellas; una co-producción entre Norteamérica, Gran Bretaña y España, dirigida al alimón por tres realizadores de nuestro país: Jorge Blanco, Javier Abad y Marcos Martínez, quienes en su debut en el campo del largometraje demuestran un dominio total en el arte de la animación en 3D.

Lo más destacable de Planet 51, aparte de su correctísima animación, es su perfecto look visual, capaz de competir, en este aspecto, con las grandes producciones que del género se hacen en los EE.UU. en la actualidad.

La película parte de una premisa ciertamente original y divertida. Y lo hace acercando al espectador a la estética y temáticas de la sci-fi de serie B que llegaba de los USA en los años 50. Permuta los roles habituales de las citadas cintas, con lo cual los alienígenas se convierten en los invadidos y los humanos en los extraterrestres. De este modo, un astronauta recién llegado de Cabo Cañaveral a un planeta desconocido será, a los ojos de sus verdosos habitantes, un peligrosísimo monstruo procedente del espacio exterior. El enredo es gracioso y está bien planteado.

Hasta aquí todo funciona a la perfección y, en líneas generales (que en definitiva, es lo que más importa), entretiene. El problema se encuentra en la irregularidad de un guión que, cada dos por tres, cae en los tópicos y guiños de siempre, mostrándose un tanto incapaz de ofrecer nada nuevo a la platea (a excepción de una ingeniosa y peligrosa mascota inspirada directamente en el Alien de Scott). Tanto es así que incluso copia descaradamente la forma y modos de otros personajes anteriores del cine de animación, tal y como sucede con el fiel robot del astronauta Chuck Baker, cuyos rasgos y tics recuerdan en demasía a Wall-E.

Limando asperezas y apostando por una historia menos previsible, es muy posible que en un futuro no muy lejano este trío de realizadores nos ofrezca un producto redondo. Por el momento, ya han conseguido un trabajo muy digno que, sin lugar a dudas, hará las delicias de los más pequeños a quienes, en definitiva, va destinado. Los mayores somos otra cosa: más exigentes y generalmente cargados de puñetas.

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