Amor y desamor; desamor y amor: el orden de los factores no altera el producto. Webb, con su narración desordenada y valiéndose de la relación sentimental establecida entre un joven arquitecto y la nueva secretaria de su jefe, no hace más que demostrarlo. Las flechas del amor, en ocasiones, pueden ser de lo más venenoso. Él piensa que ella es su mujer ideal; ella, por el contrario, no está de acuerdo con nada de lo que él opina. Sólo coinciden en su pasión mutua por la música de The Smiths. El resto es darle cancha ancha a su director: ahora un número musical, luego unas cuentas referencias a El Graduado, después una buena dosis de diálogos ingeniosos... Todo cuadra a la perfección. Joseph Gordon-Levitt está espléndido en el rol de bobalicón enamoradizo, mientras que Zooey Deschanel, mediante un personaje al que se puede odiar y amar a partes iguales, ha logrado por fin su papel más compacto y atractivo.
Algo Pasa en Hollywood es otro de los films mínimamente interesantes que aún aguantan en pantalla. Cine desde el propio cine, un género que a duras penas ha tenido el beneplácito del público pero que, en general, ha generado buenos trabajos. Un Barry Levinson aún en plena forma es el encargado de narrar los avatares de Ben, un productor de Hollywood que vivirá al borde del infarto a lo largo de una inacabable semana.
Levinson es gato viejo. Conoce como nadie el oficio de director y los intríngulis del Hollywood más frenético; en definitiva, se trata del tipo ideal para retratar los odios, rencores y fobias de aquellos que integran la industria hollywoodiense. Mostrándose frío con toda la jauría de personajes que inundan su metraje, urde una comedia ácida y crítica con un mucho de melodrama y, al mismo tiempo, saca de un sobrio Robert De Niro (el estresado Ben) una de sus mejores interpretaciones en tiempo, alejada totalmente de sus tics habituales. Atención a los cameos de Sean Penn y Bruce Willis y, ante todo, al sentido del humor que demuestra este último al aceptar cachondearse de sí mismo.
Un mes largo lleva ya en cartelera In the Loop, una sorprendente sátira política dirigida por el escocés Armando Iannucci quien, con su ópera prima, arremete sin piedad con la política exterior de Gran Bretaña y los Estados Unidos. Todo se inicia con unas inapropiadas declaraciones sobre la posibilidad de una guerra contra Irak realizadas por Simon Foster, el inseguro Secretario de Estado británico para el Desarrollo Internacional. El resto no es más que una trepidante amalgama de intereses oscuros y manipulaciones de todo tipo: una partida que se jugará a ambos lados del charco.
Un film ágil y lleno de ingeniosos y punzantes diálogos, cuya mayor proeza estriba en la habilidad que posee a la hora de definir perfectamente a sus numerosos personajes con una única, pero precisa, pincelada. Pocos segundos le bastan al tal Iannucci para dibujar, de pies a cabeza, a sus protagonistas: un rugido, una sarta de tacos o una simple mirada, son más que suficientes para dar a conocer al espectador el carácter de cada uno de ellos. Añádanle al invento la gran creación interpretativa de Tom Hollander (Simon Foster) y la mastodóntica presencia de un James Gandolfini disfrazado de general, y sabrán lo que vale un peine. Lástima que su versión original subtitulada sea tan difícil de seguir: la velocidad de sus diálogos es realmente imparable... aunque bien vale la pena el esfuerzo.
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