16.10.14

SITGES 2014: Jornada 5 (de reality shows con refugiados, de estrellas decadentes, de apocalipsis mundiales, de la tercera guerra mundial, de espejos embrujados, de astronautas zombis, de estaciones espaciales setenteras y de pornografía amarilla)

La mañana del quinto día de certamen empezó con una decepcionante cinta catalana, L’Altra Frontera (Crónica de otro Confín). Dirigida por el debutante André Cruz Shiraiwa y contando con el protagonismo estelar de Ariadna Gil, la cosa mezcla en su trama los devastadores efectos de una guerra futurista con la teórica tensión de un reality show que cuenta con la participación de algunos de los supervivientes que, internados en un campo de refugiados, intentan huir de su país. Un inicio que parece sacado de la mismísima The Road (¿un velado homenaje de la Gil a Viggo Mortensen, su pareja sentimental actual?), en donde una madre viaja en solitario en compañía de su hijo para buscar un lugar mejor en donde cobijarse, da paso a un producto ciertamente lamentable que, filmado sin convicción alguna y con el aspecto de telefilme de tres al cuarto, es todo un festival de interpretaciones patéticas al servicio de una historia ya demasiado manida en el cine durante los últimos años (la de los reality shows descarnados con sus concursantes). Un despropósito sin ningún tipo de magnetismo y con algún que otro (previsible) giro de guión entorno al pasado de los personajes de la madre y el hijo.


A continuación se proyectó una de los platos fuertes de esta edición, el nuevo film de David Cronenberg, Maps to the Stars, una descarnada y ácida crítica al mundillo del Hollywood actual que se centra, ante todo, en la figura de una actriz en decadencia empeñada en hacer un remake de una vieja película que protagonizó su madre de jovencita. A su alrededor, una fauna ciertamente peculiar y estrambótica encabezada por la nueva asistenta de la actriz, la familia de ésta y un chófer con aspiraciones. Sus primeros veinte minutos pueden resultar un tanto farragosos, pero una vez Cronenberg ha delimitado a la perfección a sus personajes y sus motivaciones, la propuesta varía y engancha al espectador en una trama vitriólica, llena de apuntes cargados de mala leche y de mucho humor negro, que no dejan títere con cabeza. A destacar el trabajo de una impresionante Julianne Moore (galardonada por su interpretación junto a la Essie Davis de The Babadook) y el buen hacer de gente como Mia Wasikowska, Olivia Williams, John Cusak o Robert Pattinson, este último desmarcándose ya casi por completo de su rol de vampiro enamoradizo en la saga Crepúsculo. Un Cronenberg en plena forma que vuelve a poner el listón muy alto tras la decepcionante Cosmópolis.


A primera hora de la tarde llegó These Final Hours, un acelerado y apocalíptico producto procedente de Australia y firmado por un tal Zack Hildicht. Ambientada horas antes del fin del mundo, nos presenta a James, un hombre que decide despedirse de la amante con la que espera un hijo para iniciar un alocado camino y reencontrarse con su novia de toda la vida y, a su lado, vivir una fiesta final en la que todo tenga cabida: sexo, alcohol y drogas. Durante su ruta, se hará cargo de una niña desamparada que ha perdido a su familia y que le hará recapacitar sobre la importancia de sus últimas horas en la Tierra. Acción, violencia y, de propina, alguna que otra gotita de humor negro de lo más corrosivo. Perfectamente filmada y narrada con un ritmo endiablado, se trata de una interesante propuesta (no muy alegre, por cierto) con una escena final escalofriante que entronca directamente con el Melancholia de Lars von Trier. A tener en cuenta la imponente actuación de Nathan Phillis quien, por su trabajo, se hizo acreedor del galardón del certamen a la mejor interpretación masculina.


How i Live Now (estrenada esta misma semana en España con el título de Mi Vida Ahora) supone el nuevo film del escocés Kevin Macdonald (el mismo de El Último Rey de Escocia) y que, siguiendo con la línea apocalíptica iniciada por These Final Hours, se acerca a los catastróficos efectos de una hecatombe nuclear provocada por una tercera guerra mundial. Y lo hace desde el punto de vista de un grupo de adolescentes a los que la tragedia pilla conviviendo en una antigua mansión enclavada en medio de un épico paraje abrigado por la campiña británica. Un melodrama honesto, con un sinfín de guiños ciertamente sutiles al cine bélico y de ciencia ficción de toda la vida y con una magnífica Saoirse Ronan bordando un papel lleno de matices distintos . Una cinta dura, diferente y perfectamente trazada, filmada sin aspavientos y dando más prioridad a los sentimientos humanos que a los grandes efectos visuales.


11 años después de vivir un episodio ciertamente escalofriante, dos hermanos se reencuentran con la intención de poner fin para siempre al suceso que marcó sus vidas cuando eran tan sólo unos niños de 10 y 12 años. Esta es, más o menos, la premisa inicial de la entretenida y malévola Oculus, una cinta dirigida con pulso firme por el norteamericano Mike Flanagan y en el que se da una nueva vuelta de tuerca a los elementos típicos y tópicos de los films sobre casas malditas, al tiempo que experimenta con una narrativa en dos tiempos al mezclar, en su exposición y de forma efectiva, el tiempo actual con los hechos del pasado. Tensa, con varios sustos perfectamente delimitados a lo largo de su metraje, bien filmada y capaz de atreverse con un final cargadísimo de mala leche. Aparte demuestra una clara evidencia: hay espejos más ignominiosos que los de la madrasta de Blancanieves.


The Last Days On Mars significa el debut en el campo del largometraje del irlandés Ruairi Robinson y, al mismo tiempo, un curioso y funcional cóctel entre el cine de zombis, la ciencia ficción más convencional y las intenciones del John Carpenter de La Cosa. Una estimulante serie B que, contando con un elenco atractivo (Liev Schreiber, Elias Koteas y Olivia Williams, entre otros), narra las últimas horas en Marte de una expedición que acaba de descubrir la posibilidad de vida bacteriológica en el planeta. Una vuelta a la Tierra que resultará casi imposible de iniciar cuando un virus infeccioso empiece a cebarse en los integrantes de la cuadrilla. Varios golpes de efecto celebrados por el público y la tensión bien llevada de su trepidante media hora final hacen pensar que, en un futuro, el tal Robinson nos puede deparar alguna que otra sorpresa con más relevancia que la del correcto film que ahora presenta.


Y siguiendo con la ciencia ficción y los astronautas, tras The Last Days On Mars vino Space Station 76, otra ópera prima dirigida en este caso por Jack Plotnick; una curiosidad que mezcla la comedia más sutil (aunque gamberra) con la estética y el maquetismo de los films de género de los 70 y, en concreto, de Espacio: 1999 (esa serie televisiva protagonizada por Martin Landau y Barbara Bain) y a Naves Misteriosas de Douglas Trumbull. La película transcurre en el interior de una estación espacial y se centra en las relaciones surrealistas que se establecen entre los miembros de su tripulación. Adulterio, homosexualidad, marihuana y psicoanálisis son algunas de las constantes que se barajan en una trama siempre cercana al delirio y que, sin caer en él, va inclinándose cada vez más hacia el melodrama. Un producto pequeño, solido y original que se alimenta de las buenas interpretaciones de gente como Patrick Wilson y Liv Tyler, sin olvidar el divertido guiño a un título obligado, el magistral 2001:Una Odisea del Espacio a través de la simpática (aunque breve) colaboración de Keir Dullea. El sentido del humor que no falte.


El final a la ardua jornada lo puso una de las mayores tonterías (o, mejor dicho, gilipolladas) del festival, la hongkonesa 3D Naked Ambition, una comedia (sin gracia alguna) sobre el mundo del cine pornográfico a través de la ascensión en el mundillo de un tipo que, tras haber perdido su empleo, decide probar suerte produciendo un film erótico, en compañía de unos cuantos amigos un tanto descerebrados. Convertido por accidente en el protagonista de su primera película porno, su torpeza como amante ante las cámaras harán que se convierta en el ídolo de todas las féminas del planeta. Humor grueso pero a lo chino: o sea, el ridículo en letras mayúsculas. Es de suponer que Sitges 2014 lo incluyó en su programación debido a los cuatro homenajes que, en su parte final, hace al cine de superhéroes y de monstruos al más puro estilo Godzilla pero en plan chiripitifláuticamente eróticos. De juzgado de guardia, pero ideal para echar una cabezadita a altas horas de la madrugada en el cine Retiro.


Continuará…

4 comentarios:

El Señor Lechero dijo...

Un gustazo volver a verle en acción, don Spaulding :)

Spaulding dijo...

Gracias por su reverencia, Sr. Lechero. He recargado baterías con el Festival y espero poder seguir dando la lata más a menudo.

El Señor Lechero dijo...

¿Sabe que, haciendo memoria, el próximo mes de enero cumpliré diez años visitando su blog? Aprovecho para darle las gracias por tantos años de sanas críticas, por descubrirme tanto cine y por estar aquí. Moltes graciès, senyor :)

Spaulding dijo...

A usted, buen hombre. De res.