La mañana del quinto día de certamen empezó con
una decepcionante cinta catalana, L’Altra Frontera (Crónica de otro Confín). Dirigida
por el debutante André Cruz Shiraiwa y contando con el protagonismo estelar de
Ariadna Gil, la cosa mezcla en su trama los devastadores efectos de una
guerra futurista con la teórica tensión de un reality show que cuenta con la participación de algunos de los supervivientes que, internados
en un campo de refugiados, intentan huir de su país. Un inicio que parece
sacado de la mismísima The Road (¿un velado homenaje de la Gil a Viggo Mortensen, su pareja
sentimental actual?), en donde una madre viaja en solitario en compañía de su
hijo para buscar un lugar mejor en donde cobijarse, da paso a un producto
ciertamente lamentable que, filmado sin convicción alguna y con el aspecto de telefilme de tres al cuarto, es todo un festival de interpretaciones patéticas al
servicio de una historia ya demasiado manida en el cine durante los últimos
años (la de los reality shows descarnados con sus concursantes). Un
despropósito sin ningún tipo de magnetismo y con algún que otro (previsible)
giro de guión entorno al pasado de los personajes de la madre y el hijo.
A continuación se proyectó una de los platos fuertes
de esta edición, el nuevo film de David Cronenberg, Maps to the Stars, una
descarnada y ácida crítica al mundillo del Hollywood actual que se centra, ante
todo, en la figura de una actriz en decadencia empeñada en hacer un remake de
una vieja película que protagonizó su madre de jovencita. A su alrededor, una
fauna ciertamente peculiar y estrambótica encabezada por la nueva asistenta de
la actriz, la familia de ésta y un chófer con aspiraciones. Sus
primeros veinte minutos pueden resultar un tanto farragosos, pero una vez
Cronenberg ha delimitado a la perfección a sus personajes y sus motivaciones,
la propuesta varía y engancha al espectador en una trama vitriólica, llena de
apuntes cargados de mala leche y de mucho humor negro, que no dejan títere con
cabeza. A destacar el trabajo de una impresionante Julianne Moore (galardonada
por su interpretación junto a la Essie Davis de The Babadook) y el buen hacer
de gente como Mia Wasikowska, Olivia Williams, John Cusak o Robert Pattinson,
este último desmarcándose ya casi por completo de su rol de vampiro enamoradizo en la saga
Crepúsculo. Un Cronenberg en plena forma que vuelve a poner el listón muy alto tras la decepcionante Cosmópolis.
A primera hora de la tarde llegó These Final Hours,
un acelerado y apocalíptico producto procedente de Australia y firmado por un
tal Zack Hildicht. Ambientada horas antes del fin del mundo, nos presenta a
James, un hombre que decide despedirse de la amante con la que espera un hijo
para iniciar un alocado camino y reencontrarse con su novia de toda la vida y, a su lado, vivir una fiesta final en la que todo tenga cabida: sexo, alcohol y
drogas. Durante su ruta, se hará cargo de una niña desamparada que ha perdido a
su familia y que le hará recapacitar sobre la importancia de sus últimas horas
en la Tierra. Acción, violencia y, de propina, alguna que otra gotita de humor
negro de lo más corrosivo. Perfectamente filmada y narrada con un ritmo endiablado,
se trata de una interesante propuesta (no muy alegre, por cierto) con una
escena final escalofriante que entronca directamente con el Melancholia de Lars
von Trier. A tener en cuenta la imponente actuación de Nathan Phillis quien,
por su trabajo, se hizo acreedor del galardón del certamen a la mejor
interpretación masculina.
How i Live Now (estrenada esta misma semana en
España con el título de Mi Vida Ahora) supone el nuevo film del escocés Kevin
Macdonald (el mismo de El Último Rey de Escocia) y que, siguiendo con la línea
apocalíptica iniciada por These Final Hours, se acerca a los catastróficos
efectos de una hecatombe nuclear provocada por una tercera guerra mundial. Y lo
hace desde el punto de vista de un grupo de adolescentes a los que la tragedia
pilla conviviendo en una antigua mansión enclavada en medio de un épico paraje abrigado
por la campiña británica. Un melodrama honesto, con un sinfín de guiños ciertamente
sutiles al cine bélico y de ciencia ficción de toda la vida y con una magnífica Saoirse Ronan bordando
un papel lleno de matices distintos . Una cinta dura,
diferente y perfectamente trazada, filmada sin aspavientos y dando más prioridad
a los sentimientos humanos que a los grandes efectos visuales.
11 años después de vivir un episodio ciertamente
escalofriante, dos hermanos se reencuentran con la intención de poner fin para
siempre al suceso que marcó sus vidas cuando eran tan sólo unos niños de 10 y
12 años. Esta es, más o menos, la premisa inicial de la entretenida y malévola
Oculus, una cinta dirigida con pulso firme por el norteamericano Mike Flanagan
y en el que se da una nueva vuelta de tuerca a los elementos típicos y tópicos
de los films sobre casas malditas, al tiempo que experimenta con una narrativa
en dos tiempos al mezclar, en su exposición y de forma efectiva, el tiempo
actual con los hechos del pasado. Tensa, con varios sustos perfectamente
delimitados a lo largo de su metraje, bien filmada y capaz de atreverse con un
final cargadísimo de mala leche. Aparte demuestra una clara evidencia: hay
espejos más ignominiosos que los de la madrasta de Blancanieves.
The Last Days On Mars significa el debut en el campo
del largometraje del irlandés Ruairi Robinson y, al mismo tiempo, un curioso y
funcional cóctel entre el cine de zombis, la ciencia ficción más convencional y
las intenciones del John Carpenter de La Cosa. Una estimulante serie B que,
contando con un elenco atractivo (Liev Schreiber, Elias Koteas y Olivia
Williams, entre otros), narra las últimas horas en Marte de una expedición
que acaba de descubrir la posibilidad de vida bacteriológica en el planeta. Una
vuelta a la Tierra que resultará casi imposible de iniciar cuando un virus
infeccioso empiece a cebarse en los integrantes de la cuadrilla. Varios golpes
de efecto celebrados por el público y la tensión bien llevada de su trepidante
media hora final hacen pensar que, en un futuro, el tal Robinson nos puede
deparar alguna que otra sorpresa con más relevancia que la del correcto film
que ahora presenta.
Y siguiendo con la ciencia ficción y los
astronautas, tras The Last Days On Mars vino Space Station 76, otra ópera prima
dirigida en este caso por Jack Plotnick; una curiosidad que mezcla la comedia más
sutil (aunque gamberra) con la estética y el maquetismo de los films de género de los 70 y, en
concreto, de Espacio: 1999 (esa serie televisiva protagonizada por Martin Landau
y Barbara Bain) y a Naves Misteriosas de Douglas Trumbull. La película transcurre en el interior de
una estación espacial y se centra en las relaciones surrealistas que se
establecen entre los miembros de su tripulación. Adulterio, homosexualidad,
marihuana y psicoanálisis son algunas de las constantes que se barajan en una
trama siempre cercana al delirio y que, sin caer en él, va inclinándose cada
vez más hacia el melodrama. Un producto pequeño, solido y original que se
alimenta de las buenas interpretaciones de gente como Patrick Wilson y Liv
Tyler, sin olvidar el divertido guiño a un título obligado, el magistral 2001:Una Odisea del Espacio a través de la simpática (aunque breve) colaboración de
Keir Dullea. El sentido del humor que no falte.
El final a la ardua jornada lo puso una de las
mayores tonterías (o, mejor dicho, gilipolladas) del festival, la hongkonesa 3D Naked Ambition, una comedia (sin gracia alguna) sobre el mundo del cine
pornográfico a través de la ascensión en el mundillo de un tipo que, tras haber
perdido su empleo, decide probar suerte produciendo un film erótico, en
compañía de unos cuantos amigos un tanto descerebrados. Convertido por
accidente en el protagonista de su primera película porno, su torpeza como
amante ante las cámaras harán que se convierta en el ídolo de todas las féminas
del planeta. Humor grueso pero a lo chino: o sea, el ridículo en letras
mayúsculas. Es de suponer que Sitges 2014 lo incluyó en su programación debido
a los cuatro homenajes que, en su parte final, hace al cine de superhéroes y de
monstruos al más puro estilo Godzilla pero en plan chiripitifláuticamente eróticos.
De juzgado de guardia, pero ideal para echar una cabezadita a altas horas de la
madrugada en el cine Retiro.
Continuará…
4 comentarios:
Un gustazo volver a verle en acción, don Spaulding :)
Gracias por su reverencia, Sr. Lechero. He recargado baterías con el Festival y espero poder seguir dando la lata más a menudo.
¿Sabe que, haciendo memoria, el próximo mes de enero cumpliré diez años visitando su blog? Aprovecho para darle las gracias por tantos años de sanas críticas, por descubrirme tanto cine y por estar aquí. Moltes graciès, senyor :)
A usted, buen hombre. De res.
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