Ayer, a los 81 años de edad, moría en un hospital
londinense Peter O’Toole, el último emperador del cine británico. Entró por la
puerta grande, vestido como Lawrence de Arabia y dispuesto a ver de cerca los dientes del diablo. Ahora, tras habernos abandonado, ha pasado a ser miembro
del Club Paraíso, ocupando una lujosa habitación en el hotel de los fantasmas.
A lomos de un león en invierno, en compañía de Becket
y Lord Jim y al grito de ¿Qué tal, Pussycat?, tras contarnos cómo robar un millón y el modo de organizar el robo al banco de Inglaterra, se dispuso a
dejar a cero la banca del Casino Royale. Con la Biblia en una mano y una copa
en la otra, durante la noche de los Generales y ayudado por el hombre de La Mancha, su locura le llevó a construir todo tipo de castillos en la arena.
Adiós, Mr. Chips: tengo claro que, con su muerte,
este no será mi año favorito.
Pero ayer, la cosa no terminaba con esa
desaparición. Más allá de la duda y tras recibir una carta de una desconocida
sellada en Manderley, tuve una desagradable sospecha: la única e incomparable
Joan Fontaine, a sus 96 años de edad, también nos había dejado.
De hoy en adelante se la recordará por el nombre de
Rebeca, una señorita en desgracia, nacida para el mal y enfrentada de por vida
con su hermana Olivia de Havilland. Formó parte de un grupo de mujeres culpables, dotadas de un alma rebelde y capaces de bailar el vals del emperador
durante la gran noche de Casanova.
Hoy, en su honor, disfrazado de Ivanhoe, entonaré un
ensordecedor ¡Viva la vida!, al tiempo que todas las brujas del planeta iniciarán un particular
viaje al fondo del mar.
Descansen en paz.
2 comentarios:
Lolita Sevilla ha pasado a mejor vida. Cierto es, maese Spaulding, que cuando llueve diluvia.
Cuando pienso en Lolita Sevilla, siempre me pongo a tararear eso tan cañí de "Americanos.. tralilolilo larilolailo... Americanos..."
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