5.2.13

El gran peñazo

Paul Thomas Anderson está de un broncas subido. Ya en el 2007 nos la endilgó con el minimalismo insoportable de Pozos de Ambición y ahora, siguiendo con su engreimiento y dispuesto a desbancar de su trono a Terrence Malik como Rey de los Peñazos tras su El Árbol de la Vida, nos la cuela de nuevo con The Master, una insoportable cinta que sigue idénticos derroteros que los citados pozos.

Ambientada en la Norteamérica de los años 50, justo al terminar la 2ª. Guerra Mundial, narra la relación de amor y odio que se establece entre dos personajes de lo más esperpéntico: un antiguo combatiente alcoholizado y un profeta sectario dispuesto a embaucar al personal con su nueva religión. Una relación, la de ellos, difícil de asimilar por el espectador ya que, entre otras cosas, están pésimamente explicados (por no decir inexistentes) los motivos por los que ambos tipos se sienten tan atraídos en esa tortuosa concomitancia con reminiscencias paternofiliales y de mutua dependencia. Es más, ni siquiera resultan comprensibles ni el comportamiento ni las decisiones que ambos individuos toman a lo largo de su dilatadísimo, reiterativo y agotador metraje.


Aparte del siempre imponente Philip Seymour Hoffman, aquí en la piel del gurú engañabobos, lo único resaltable del producto es su excelente fotografía y su dirección artística, capaz de transportar al espectador hasta los mismísimos 50. El resto, aparte de tedioso y pretencioso, se me antoja como una inmensa y apestosa boñiga, empezando por el histrionismo con el que un resucitado Joaquin Phoenix (encorvado y adelgazadísimo para la ocasión) afronta el papel del trastocado y borrachuzo Freddie Quell.


Al Thomas Anderson le encanta colgarse en interminables planos y en situaciones tan imprescindibles como redundantes, absurdas e incluso vacías, que poco aportan a la película. El hombre sigue con su pasión por el exagerado minimalismo -tanto narrativo como visual y musical-  con el que ya nos castigara en su anterior film, ese Pozos de Ambición de infausta memoria. Lejos, muy lejos, quedan sus mejores propuestas (Boogie Nights, Magnolia y Punch-Drunk Love). Ahora, con la etiqueda de "pedantillo" a cuestas y bajo ese disfraz de “autor” que tanto le gusta exhibir, se dedica a engatusar a sus seguidores con su apelmazada doctrina, al igual que hace el lider espiritual de su film con sus adeptos.

Paso total del The Master de las narices. Odio que me tomen el pelo a golpe de falsas (y aburridísimas) coartadas intelectuales.

1 comentario:

manipulador de alimentos dijo...

Gran película 'The Master', la mejor del año, cine y conocimiento, sobre la naturaleza de la locura, la amistad, de la relación maestro y discípulo, sobre la vida misma. Interpretaciones geniales... y un barco que se dirige a China. a solas, para uno mismo. Un saludo!!!