El actor norteamericano da vida a Jack, un asesino profesional que, tras vivir un episodio fatídico y olvidable en tierras nevadas de Suecia, buscará refugio en un idílico y tranquilo pueblo italiano de Los Abruzos en espera del que podría ser su último trabajo antes del retiro definitivo. Las dudas, la reflexión personal y los temores marcarán su paso por el lugar.
El Americano revisa un tema tratado en diversas ocasiones desde el cine negro, el del sicario dispuesto a empezar una nueva vida. Lo hace de manera tranquila, sosegada, sin prisas. Los que busquen en el film de Corbijn una película de acción, están muy equivocados. De hecho, ésta tiene todo el aspecto de un spaguetti-western de los de Sergio Leone. O sea, de ritmo pausado, numerosos primeros planos, alguna que otra explosión aislada de violencia y una banda sonora que, aunque firmada por Herbert Grönemeyer, bien podría haber sido compuesta por el Ennio Morricone de los viejos tiempos.
Toda su acción está planteada desde el punto de vista del personaje de Jack. Un festival Clooney en toda regla. No hay plano en el que no aparezca. Y no se trata de divismo o egocentrismo, pues toda la acción está planteada desde el punto de vista de su protagonista quien, en esta ocasión, revalida su carisma y su gran capacidad interpretativa a través de un personaje silencioso y de pasado oscuro. Una sola mirada del actor vale por mil palabras.
Un film con gente dura y solitaria. Y, al igual que en los buenos westerns, con un par de personajes, perfectamente perfilados y de profesiones antagónicas, rodeando al misterioso recién llegado. Un sacerdote y una prostituta serán los dos únicos puntos de apoyo del forastero en su lucha contra los remordimientos y ante otro posible brote de violencia.
Un guión intachable, cierta (aunque controlada y necesaria) parsimonia narrativa, un irreprochable amor por la naturaleza y alguna que otra licencia poética (centrada, ante todo, en el tatuaje de una mariposa), marcan una de las propuestas más interesantes de las últimas semanas. Cine de suspense aliñado con todo tipo de sentimientos. Y, de propina, un George Clooney que se sale de la pantalla.
Otro cantar, y al margen de la película, es la maltrecha copia que se exhibe en los cines Yelmo Icaria de Barcelona: una copia mal contrastada, rayada y con unos subtítulos pésimamente definidos y difíciles de seguir. De juzgado de guardia tratándose de un estreno reciente. Luego se quejarán cuando se tira de Internet.
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