12.6.08

Sin glamour

George Clooney, como cineasta, siempre se ha mostrado como un tipo inquieto. O, al menos, esa es la impresión que ofrece cada vez que acepta un nuevo producto como actor o cuando, como en esta ocasión, se coloca tras la cámara. En Ella Es El Partido, su nueva película, en la que alterna ambas facetas, se decanta por un trabajo menos comprometido -social y políticamente hablando- que en sus dos títulos anteriores como director, y opta por organizar un homenaje a las viejas comedias clásicas del Hollywood de los años dorados. Y es que, como realizador y según cuenta el propio Clooney, está dispuesto a afrontar todo tipo de géneros y estilos.

Ella Es El Partido es una cinta realizada con toda la voluntad del mundo pero, en sus resultados finales, no se acerca ni por asomo a aquel nervio que desprendían muchos de los inmortales títulos del género. Si en algo puede recordar a ellos es gracias al propio Clooney quien, como ya va siendo habitual en sus interpretaciones más distendidas y sacando a flote su faceta más cómica, se transmuta en un alter ego de Cary Grant; todo un seductor que, con su pose de caricato y niño pillín, se pone a todas las chicas en el bolsillo.

De hecho el actor, junto con una brillante dirección artística capaz de transportar al espectador hasta la Norteamérica de los años 20, es, sin duda alguna, lo mejor y más destacado de este fallido guiño a un tipo de cine que (por desgracia) ya ha quedado en el olvido. Él resulta perfecto en la piel del Cary Grant del siglo XXI, pero su partenaire femenina, una Renée Zellweger cuyo único recurso actoral es el de torcer la boca al más puro estilo Stallone, queda muy lejos de aquellas emblemáticas actrices que, como Katherine Hepburn o Myrna Loy, con su sola presencia, dotaron de un glamour irrepetible a un sinfín de comedias únicas.

El tercero en discordia, completando el típico triángulo en este tipo de productos, es John Krasinski, un joven actor que, con su innata sosería, en poco ayuda al buen devenir de Ella Es El Partido, una película que transcurre en el mundo del fútbol americano, justo en el momento en que este deporte dejó de interesar a las empresas patrocinadoras y que, sin su financiación, podrían dejar a muchos deportistas en la puta calle. Y es que Carter Rutherford, el personaje encarnado por el tal Krasinski, es un héroe de guerra y brillante jugador universitario del que intentará beneficiarse Jimmy “Dodge” Connelly, un entrenador un tanto crápula que con su fichaje relanzará a la cuadrilla de la cual es responsable. Entre estos dos hombres de fútbol y Lexie Littleton, una periodista novata y dispuesta a destapar ciertos puntos oscuros del pasado de la nueva estrella, se establecerán todo tipo de conexiones.

La química necesaria para que el engranaje funcione, jamás aparece entre sus tres protagonistas principales. Y aún menos cuando se añade al terceto la nada perfilada figura de C. C. Frazier, el pérfido representante del recién fichado jugador; un tipo al que da vida un exageradísimo Jonathan Pryce en una de sus peores etapas. ¡Que lejos quedan, para este actor, los tiempos de Brazil!

Ella Es El Partido supone el claro ejemplo de que, sin chispa (y su guión denota claramente su ausencia), es dificilísimo que una comedia desprenda la misma magia de títulos como Historias de Filadelfia o La Fiera de Mi Niña. Dos o tres gags más o menos conseguidos y el buen hacer de Clooney como comediante, no son suficientes para hilvanar una buena historia. Y es una lástima pues, una de las escenas iniciales, en la que una vaca solitaria, pastando en medio de la campiña y alucinando ante una caterva de individuos persiguiendo una pelota en forma de melón, induce a pensar (erróneamente) que podría tratarse de una farsa excelente. Pero la fuerza de sus inacabables 114 minutos de proyección, se queda completamente estancada en la citada vaca.

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