26.11.14

Odiar la cultura


Después del breve paréntesis que supuso su satisfactoria incursión en la comedia con La Parte de los Ángeles y su posterior film documental El Espíritu del ’45, Ken Loach regresa a su habitual cine político y social con Jimmy’s Hall, una historia que, basada en un caso verídico, relata los hechos que desencadenaron que el activista irlandés James Gralton se convirtiera, durante los años 30, en el primer y único deportado político del país.

Sin ser el mejor trabajo del cineasta británico, Jimmy’s Hall sigue jugando las bazas que han marcado el grueso de su filmografía. Su compromiso cinematográfico aún se sitúa al lado de la gente humilde, de las clases más bajas y explotadas las cuales, en esta ocasión, se ven contagiadas por el espíritu democrático del citado Gralton, un vecino de una pequeña zona rural irlandesa que, durante la Guerra de Independencia, tuvo que huir del país para refugiarse en los EE.UU. y quien, a su regreso, decidió abrir un viejo local de su propiedad para retomar las funciones que antaño tuvo como centro cívico y social: un lugar de ocio en el que se puede desde bailar hasta debatir de política y literatura.


Resulta curioso que, tratándose de un film ambientado hace más de 8 décadas, se puedan establecer un montón de escalofriantes paralelismos con la política actual, empezando por la injusticia de los deshaucios y continuando con ese afán enfermizo del fascismo por negar la cultura a toda costa (los de ahora, ya lo saben, al 21% de IVA) y que, en el film, queda totalmente representado en la figura del párroco de la localidad, un anciano sacerdote que rezuma una mala hostia imponente y que está rodeado de un sinfín de terratenientes que le muestran su apoyo total en la lucha contra las buenas intenciones de Gralton y sus seguidores.


A pesar de la dureza de ciertos pasajes y teniendo en cuenta que se trata de un trabajo de Loach, la cinta se muestra mucho más luminosa (en todos los aspectos) y optimista que en otras ocasiones y apuesta, ante todo, por darle una buena y merecida estacada a la religión como arma opresiva y represiva. Lástima, de todos modos, que a la película le cueste arrancar, aunque, cuando por fin lo hace (con los primeros bailes en el interior del local recuperado), la cosa empieza tener mucho más ritmo, al tiempo que encauza definitivamente la problemática que marcará toda su posterior trama.

No es un Ken Loach en plena forma pero, a pesar de ello, el hombre sigue demostrando maneras; muy buenas maneras.

8 comentarios:

caligula dijo...

Con Ken Loach me pasa un poco como con Woody Allen, que con el paso de los años le voy perdiendo el gusto, incluso más en las películas en las que se pasa a historias digamos más grandes y con más presupuesto (vamos, las que son más históricas con más decorados, actores, banda sonora, vestuario, etc , como pueda ser esta, que no he visto, o El Viento que Agita la Cebada o Tierra y Libertad), y sin embargo me gustan otras que son mucho más sencillitas, como Duces 16, Ladybird Ladybird, o aquella, no recuerdo el título ahora (que al buen hombre le gustan unos títulos poéticos de vez en cuando que parece iraní), sobre el padre que anda buscando el traje de la comunión de la hija. Pero eso sí, con el tiempo me resulta que lo que cuenta ya lo ha contado antes y que pierde fuelle. Un poco como me pasa con Woody Allen. Y no sé por qué se mete tanto con la Streep... digo con la Thatcher... al fin y al cabo, si no fuese por ella Loach no tendría argumentos para sus películas y no se habría llevado tantos premios... ays, de desagradecidos está el mundo lleno! Ella que lo hizo todo por conseguir arrancar la carrera de Loach...

Por cierto, don Spa, que ayer me pasaron una película de su adorado Billy Wilder que se titula Stalag 17 (en español era algo así como El Traidor en el Infierno o El traidor del Infierno), con William Holden sobre unos presos americanos en un campo de prisioneros nazi y un lío sobre un supuesto soplón en su barracón. Ciertamente, me gustó mucho, sobre todo el comienzo, pero lo que cuenta la película es demasiado duro para el aire de comedia que le da en algunos puntos.

Spaulding dijo...

Traidor en el Infierno es una pequeña joya; un claro antecedente de la más comercial (pero magistral) La Gran Evasión.

la de Loach de la comunión de la hija es, si mal no recuerdo, Lloviendo Piedras. Espléndida.

caligula dijo...

Genial Lloviendo Piedras, qué bueno era Loach hace tiempo. Aunque quizá lo que me pasa con este buen británico es que le pongo el listón alto y, si no me dijeran que la peli es suya, no las trataría tan mal (salvo la del Cantoná, que directamente la quité, pero es que yo de futbol ni flores)

También tenía aquella del tío alcohólico, la de Mi Nombre es Paul o Mi Nombre es John o Mi Nombre es Liam. Y después ese actor hizo la peli de Las Hermanas de la Magdalena, que te ponía los pelos como escarpias con escenas que parecen simples pero que son de una crueldad que pa qué.

Me encanta La Gran Evasión. Aunque sólo sea por llevar la contraria a todos sus detractores, que los hay, y muchos, yo creo que porque la echaban dos o tres veces al año, algún sábado por la tarde, a ser posible en Navidades y fiestas de guardar. Debe ser de las películas que más veces he visto. Aunque siempre me resulta extraño el personaje de Gordon Jackson, que más tarde hizo de mayordomo en la serie de Arriba y Abajo que veía mi madre cuando yo era mozo y a la que me aficioné... cada vez que veo La Gran Evasión no puedo evitar verle como a un mayordomo británico flemático y se me hace muy raro que sea un aguerrido prisionero de guerra con planes de fuga.

Spaulding dijo...

A mi de Loach, me gusta mucho la penúltima, la de los "angeles", esa que pretenden robar una barrica de whisky de altísima calidad.

caligula dijo...

Esto ya lo dejo a su elección:

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/11/28/actualidad/1417207451_141499.html

Murió El Chavo del Ocho...

El Señor Lechero dijo...

Nunca soporté a Roberto Gómez Bolaños. Sus adultos vestidos de niños y esa especie de elogio de la pobreza me ponían del hígado. Quizá es que sus programas llegaron muy tarde y yo crecí con María Luisa Seco, pero El Chavo del Ocho me parecía un horror.

caligula dijo...

Opino como usted, don Leches, aunque aún más infantil si cabe. Creo que lo vi dos o tres veces como mucho. Por cierto, ¿quién es María Luisa Seco?

Spaulding dijo...

Ese personaje me daba cierto repelús.