Primero nos dicen que no hay ni un puto euro. Con tal excusa, aprovechan para robarnos nuestros pocos ahorros y dejarnos reducidos a la mínima expresión los derechos laborales y las libertades individuales. El despido es el pan nuestro de cada día. Los bancos, mientras tanto, siguen meándosenos encima. Y luego, cuando estemos bien tocados, irán a por la cultura. Ya falta muy poco para el inicio de la quema de libros.
¡Qué grande era Ray Bradbury!
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