El pasado viernes, a los 72 años de edad, nos abandonó uno de los actores más emblemáticos, locuaces y gamberros de nuestro cine. Todo un soldadito español de la interpretación cuya presencia siempre entonó con la chispa de la vida; una especie de Caballero don Quijote de la familia de la farándula. Su nombre: Juan Luis Galiardo. Con su muerte se oyeron suspiros de España (y Portugal), así en el Cielo como en la Tierra.
Con fama de Don Juan, mi querido fantasma flirteo con Rosa La China, las nenas del mini-mini y hasta con madres solteras, aunque sus mejores conquistas fueron las de Pepa Doncel y Cristina Guzmán. A pesar de predicar lo del no desearás la mujer de tu prójimo, malas lenguas aseguran que logró seducir a la chica de los anuncios y hasta a la niña de tus ojos... Y es que los hombres siempre mienten.
Aventurero de espíritu, compartió anécdotas con Buñuel y la Mesa del Rey Salomón, viajó por los Mares del Sur persiguiendo el vuelo de la paloma, se adentró en la selva blanca y, aprovechando su turno de oficio, defendió al disputado voto del Señor Cayo. Pagado por el oro de Moscú y armado de la daga de Rasputín, luchó en la guerra de los locos y formó parte del Clan de los Inmorales, aunque muy a su pesar fue consciente de que siempre hay un camino a la derecha.
Adiós con el corazón, Juan Luis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario