16.5.12

La decadencia de Peter Pan

Tras Il Divo, el director napolitano Paolo Sorrentino regresa con una nueva película, Un Lugar Donde Quedarse, idéntico titulo en español que el último e interesante film de Sam Mendes estrenado en el 2009. Y, al igual que en el de Mendes, el del realizador italiano también discurre bajo las coordenadas de una road movie.

Un Lugar Donde Quedarse se centra en la figura de Cheyenne, un viejo y decaente rockero ya jubilado que vive anclado en el pasado. Un tipo extraño, toda una rara avis: aún conserva la misma estética gótica ochentera con la que lideraba su banda sobre los escenarios. Su universo actual se limita a su sufrida esposa y a la hermana de un fan suyo que desapareció de la faz de la tierra sin dejar rastro alguno. La muerte de su padre en Nueva York le obligará a iniciar un viaje iniciático que le llevará a reencontrase consigo mismo al tiempo que decide dar caza al nonagenario nazi que torturó a su padre en un campo de concentración.

Sean Penn es Cheyenne; un Penn que, en un principio y debido a la sorpresa inicial que provoca su look, resulta hasta divertido pero que, a medida que avanza la historia, termina por provocar cierto repelús en el espectador. Su personaje es patético y de reacciones lentas, al igual que el pasmoso ritmo narrativo impuesto por Sorrentino; un ritmo que no conduce absolutamente a ningún parte, a pesar de que el amigo Cheyenne, a bordo de una furgoneta, se recorra buena parte de los EE.UU.

Tragicomedia, melodrama, comedia, musical y unas gotitas de thriller de andar por casa. Un poco de todo al servicio (casí único) de un Sean Penn alucinado y peterpanesco que ronda el histrionismo en cada una de sus escenas. No hay más en este ejercicio (pedantillo) sobre busquedas existenciales y melodías a lo Talking Head. De hecho, David Byrne (con cameo incluido) es el compositor de su banda sonora; una música brillante que, junto a la aparición de un Harry Dean Stanton envejecidísimo, se convierte en lo mejor de un film tan innecesario como (a pesar de sus pretensiones) vacío y lleno de simbologías de baratillo (la del cigarrillo final es de juzgado de guardia).

Últimamente el cine gafapastoso me aburre un montón. Será que dejé de medicarme hace tiempo.

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