23.1.12

Papá y sus increíbles hijas

Siete años después de la (para mí) sobrevalorada Entre Copas, Alexander Payne, su director, regresa a las pantallas con Los Descendientes, un film compacto, emotivo y envolvente, protagonizado por un George Clooney fuera de serie. Un melodrama de tintes familiares ambientado en los (antes) exóticos paisajes de un Hawai en plena decadencia. Un trabajo capacitado para alzarse como una de las mejores propuestas en la carrera por el Oscar que está a punto de empezar.

Una tierras en herencia con las que negociar y la figura de una esposa en estado de coma irreversible tras sufrir un accidente, se convertirán en los dos puntales que hacen reaccionar a un marido que, con el paso de los años, se ha ido distanciando de su mujer y de sus dos hijas. Con el descubrimiento de un episodio oscuro en la vida de su pareja y contando con el apoyo de su hija mayor, decidirá matar fantasmas emocionales y enfrentarse a su propia existencia.

George Clooney es Matt King, ese hombre que está experimentando uno de los momento más trascendentes de su vida; un Clooney único y sobrio, sencillamente encantador. De oscar. La química que se establece entre su personaje y el de Alexandra, la hija mayor (excelente Shailene Woodley), es precisamente una de las claves de la película y, al mismo tiempo, el detonante que ayudará a Matt a plantear su futuro.

Una cinta conmovedora, de guión preciso y diálogos brillantes. Todo está en su sitio, calibrado para que funcione como un engranaje de precisión. Sensible y al mismo tiempo dotada de un peculiar sentido del humor, hurga en los sentimientos del espectador sin buscar robarle la lágrima fácil.

Narrada desde el muy particular punto de vista de Payne, aparte de profundizar en la relación del protagonista con sus dos hijas y en la persecución de éste por desvelar un enigma que le atormenta, Los Descendientes significa un irónico retrato actual de Hawai, un archipiélago que vivió tiempos mejores.

Súmenle a todo ello el desfile de un sinfín de personajes a cual más variopinto (muy Made in Payne) y un par de escenas de antología (como la del crispado primer monólogo de Clooney ante su mujer moribunda), y tendrán uno de los productos más vibrantes y redondos de este inicio del 2012. No se la pierdan.

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