9.6.11

De madre no hay más que dos

Los seguidores de The Beatles están de enhorabuena. Por fin, tras un retraso de dos años, se estrena en España Nowhere Boy, ópera prima como realizadora de la pintora británica Sam Taylor-Wood en la que se narra la tormentosa relación que mantuvo John Lennon, en su adolescencia, con su madre Julia y su tía Mimi, mujer esta última que se hizo cargo de su educación tras ser abandonado por la primera.

Basada en la novela Imagine This: Growing Up Whith My Brother John Lennon escrita por una de las hermanas del músico, se trata de un film melodramático que da un repaso a la adolescencia de Lennon centrándose, ante todo, en un turbio asunto familiar que le marcó para el resto de sus días. La relación de amor y odio con una madre que renunció a su tutela a muy temprana edad y la tensa tirantez que mantuvo con su madre adoptiva, están perfectamente reflejadas en la cinta. En un segundo plano quedan sus pinitos en el mundo de la música y su naciente amistad con Paul McCartney, ambos temas tratados casi de manera episódica aunque de modo recurrente a lo largo de la proyección.

Viendo Nowhere Boy, queda claro que el principal interés de su directora es remarcar el carácter melodramático del relato, centrándose en la lucha psicológica del cantante para sobrellevar una situación que está a punto de escapársele de las manos. Una historia a tres bandas, siempre a ritmo de rock, en la que el dolor, el amor y la muerte cobran proporciones cercanas a las de las grandes tragedias griegas.

Una película sencilla y sin muchas pretensiones en donde lo mejor se encuentra en la fuerza interpretativa de las actrices que dan vida a las dos mujeres que estigmatizaron la adolescencia de John Lennon. Por un lado la sobriedad siempre deslumbrante de una impresionante Kristin Scott Thomas, capaz de llevar a buen término el papel sobre el que Taylor-Wood ha cargado en demasía las tintas: el de la tía Mimi, una señora exageradamente severa y totalmente convencida de sus decisiones. Y, por el otro, la desenvoltura (casi histérica) de la no muy conocida Anne-Marie Duff quien, con su impecable trabajo, logra ganarse el beneplácito del espectador dando vida a la casquivana y no muy centrada Julia, la madre biológica del músico.

Por su parte, Aaron Johnson se acerca de forma correcta a la figura de un joven Lennon, aunque su labor queda bastante apagada debido a la potencia desbordante del trabajo de las actrices anteriormente citadas, verdaderas almas maters de la cinta.

Un film pequeño y casi anecdótico que, para narrar uno de los capítulos más dolorosos de la biografía de John Lennon, se sustenta de un sinfín de guiños, casi imperceptibles, sobre el particular mundo del músico y, por extensión, de The Beatles. Justo aquí, en este apartado un tanto subliminal, es en donde más van a disfrutar los fans de la mítica banda.

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