Una comedia sobre la ética y la dignidad humana, sobre el no venderse a ningún precio. David contra Goliat. El pequeño contra el gigante. Cínica, divertida y demoledora. Un duelo, entre superior y empleado, que se saldará con resultados inesperados.
Un impagable Federico Luppi -una de las bazas más acertadas del film- es Adalberto Castilla, el empleado tozudo que antepone su ética personal a los antojos de su superior. Un Luppi entrañable y sobrio, capaz de hacer suyo el personaje de Castilla otorgándole una humanidad suprema y no exenta de humor. Al otro lado de la barrera la solvencia de Pablo Echarri, un actor que, tanto a uno como al otro lado del charco, se está imponiendo como secundario en papeles contundentes, casi siempre dando vida a personajes odiosos.
En el centro, intentando suavizar las dos posiciones enfrentadas, la gran e incuestionable Norma Aleandro, actriz que interpreta a Sarita, la desesperada esposa del empecinado Castilla, una mujer que actuará de mediadora en el conflicto sin tener la delicadeza de aparcar sus intereses particulares: una diplomática muy sui generis.
Un film intimista y afable, cuya sencillez y sentido del humor lo desmarcan por todo lo alto de otros productos más pretenciosos y sin embargo fallidos. Cuestión de Principios es un claro ejemplo de cómo hacer un trabajo interesante partiendo de una historia mínima, en este caso del material que ofrecía el cuento homónimo de Roberto Negro Fontanarrosa, un popular escritor y dibujante de Rosario (Argentina) que también se ha encargado del guión conjuntamente con Rodrigo Grande, su director.
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