En el film, él es todo un cazarecompensas, un tipo duro, con un pasado como poli, que recibe el encargo de pillar a su exmujer, una empecinada periodista que acaba de eludir a la ley tras no presentarse a un juicio por faltas a la autoridad. Butler y Aniston cara a cara, cuerpo a cuerpo, a cual de los dos más insoportable. Él, convertido en el brutote por antonomasia de las últimas comediejas made in USA, repite por enésima vez su rol de machote burrote. Ella, a través de su ya habitual festival de mohines (a cual menos sugestivo), sigue ejerciendo de novia de América en dura competencia directa con la Bullock.
Su guión, escrito por una tal Sarah Thorp(e), se caracteriza por una falta total de ingenio: el vacío más aterrador. Todo vale mientras sus dos actores hagan cuantas más animaladas mejor. La fórmula empleada es de perogrullo: de pareja que se repele, a pareja que se ama profundamente. Lo nunca visto, vaya... Con tal premisa, es inevitable que su plato fuerte (y casi único de la función) se ampare en un interminable y previsible toma y daca entre ambos personajes. La sabiduría del tandem Tennant/Thorp(e) no tiene límites. Y allí, con tal de potenciar aún más las numerosas gansadas de su pareja protagonista , se sacan de la manga una apayasada e improbable intriga para lucimiento de un irritante plantel de malos de opereta.
Los cabos sueltos, tanto en el devenir de sus secundarios como en el de ciertas historias paralelas, parecen no importarle demasiado a los responsables de tal desaguisado. En realidad, ellos sólo pretendían que la Aniston (mueva va, mueca viene) luciera sus muslos y el Butler (haciendo de imbécil profundo) demostrara la mar de rollizos que se le están metiendo ambos mofletes. Y mientras, usted a callar y a pagar la entrada.
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