The Frost, del catalán Ferran Audi, explora en los sentimientos de unos padres tras perder accidentalmente a su retoño. Filmada en buena parte (y de modo innecesario) en Noruega, la película se basa, muy a su manera, en un relato de Ibsen. Psicología de andar por casa al servicio de una Aitana Sánchez-Gijón en baja forma. Un aburrimiento sin ángel alguno. El fantástico, a pesar del empeño de su realizador para que éste salga a flote, brilla por su ausencia.
The Children, junto a la ganadora The Eclipse, era una de mis favoritas. Su director, Tom Shankland. En ella se narra una historia navideña con niños perturbados y asesinos tocados por un extraño virus. Lo mejor se encuentra en la tensión que provoca en el espectador su presentación, cuando los pequeños de la casa están incubando una enfermedad desconocida. Su desarrollo, tenso, es más de lo mismo, pero con una efectividad que ya querrían para sí más de uno de los films presentados este año en el certamen. Y, como propina, uno de los mejores finales del Sitges 09, con un par de giros argumentales (y cargados de mala leche) en poquísimos minutos. Atención a la lolita protagonista: todo un bomboncito.
Shadow, de Federico Zampaglioni, demuestra que el terror italiano está de capa caída. Un quiero y no puedo que salta de género en género sin encontrar ningún tipo de estabilidad. Del survival (al más puro estilo de El Rey de la Montaña) pasa al torture porn para, de golpe y porrazo, optar por tomarle el pelo al espectador de forma descarada. De una parejita acosada en el bosque a un sótano plagado de símbolos neonazis. Cambiar el rumbo del guión parece no importarle en absoluto al tal Zampaglioni. Aberrante y sin sentido.
La experimental Amer es el homenaje franco-belga al giallo y, muy en concreto, a la filmografía y estilo de Dario Argento. Una fotografía espléndida, rocambolesca y elegante es lo más destacado de un film narrado en tres cortes. Una mujer es su protagonista. La cámara sigue a ésta y a sus terrores en tres etapas bien diferenciadas: la niñez, la adolescencia y la madurez. Casi no hay diálogos; sólo miradas y sonidos. Los ruidejos de la banda sonora terminan por convertirse en los verdaderos protagonistas de un trabajo pretencioso y de lo más aburrido. Una pena, pues la cosa prometía. De ella, vale la pena salvar su imaginería visual y su tentador cartel publicitario. Del resto es mejor olvidarse.
Con Heartless, el londinense Philip Ridley (el mismo de la interesantísima The Pasión of Darkly Noon) ha maquinado un film de horror muy en la línea del universo de Clive Barker. Un fotógrafo, marcado por grandes manchas en su piel, es su protagonista. La cinta tiene empaque y dosifica bien el mal rollo que implica su historia. La belleza y la fealdad de nuevo se baten en un pulso demoníaco. ¿Realidad?, ¿locura?... Varios son los interrogantes que encierra el personaje interpretado por un efectivo Jim Sturgess. Lo mejor, el retrato de un Londres barriobajero y enigmático; lo peor, la cantidad de lagunas que acumula su metraje.
La inglesa Dread, basada en un relato corto de Clive Barker, se enfrenta a los miedos personales del ser humano mediante el experimento psicológico orquestado por un joven que, en su infancia, vio morir a sus padres en manos de un psicópata. La película tiene gancho y maneja bien los típicos y tópicos del género. Sin altibajos en su desarrollo, posee una de las escenas más desagradables de este Sitges 09: su gran protagonista, un "suculento" entrecot.
Con The Human Centipede, el holandés Tom Six afronta una guarrada absoluta con una estética visual muy cercana a la de las coordenadas del cine porno. Nulo guión para una tontería de lo más escatológico. Una locura absoluta, con mad doctor de protagonista (de los de tebeo, con gafas de sol oscuras y bata blanca) y experimento infrahumano incluido. Píllese a dos jovencitas y a un japonés y únalos, mediante sutura, en forma de tren. Hay que coser boca con culo y boca con culo. Dé de comer al primero y espere que surta efecto la digestión. Pues eso: no hay que pedirle peras al olmo.
Colin es el acercamiento amateur al cine de zombis. Filmada en plan casero, la cinta tiene como protagonista al Colin del título, un zombi que tiene que aprender a desenvolverse como tal tras haber perdido su condición de mortal. La idea promete; si más no, resulta curiosa. La pega se encuentra en que, a los cinco minutos, ya no hay nada más que contar. Reiterativa, soporífera y pésimamente iluminada. El invento lo dirige el británico Marc Price.
Entretenido y simpático resulta el divertimento propuesto por Dead Snow, otra de zombis, de nacionalidad noruega y dirigida por Tommy Wirkola, cuya principal particularidad radica en que los muertos vivientes son antiguos soldados del ejército nazi. Comedia de tintes gores con un grupo de teenagers que ve estropeado su fin de semana entre las nieves por culpa de un tesoro mal guardado. Vistos los resultados, les puedo asegurar que a las huestes de Hitler les van los gags tipo cartoon.
Una de los títulos más esperados del Festival fue La Horde, otra más de zombis aunque, en esta ocasión, procedente de esa vertiente actual del cine francés que apuesta por el terror a golpe de vísceras y mal gusto. A pesar de la cantidad de muertos vivientes que asolan a los vecinos de un edificio suburbial, la cinta me decepcionó sobremanera. Un poco de [Rec] y un mucho de vídeo-juego. A 30 puntos por zombi descerebrado. Guión mínimo, casi inexistente; la sangre, por supuesto, a borbotones. La furia gabacha no tiene límites..., pero mi paciencia, sí.
Y para terminar, una más de muertos vivientes. El invento atiende por Doughouse y su realizador por Jack West. La guerra de sexos de nuevo en la picota. Seis amigos, de fin de semana, son los que tendrán que enfrentarse a una horda de zombis femeninas en un pueblecito alejado de la civilización. El tópico está servido. Una cinta tan vulgar como la mayoría de chistes sexistas que exhibe. Unos dirán que se trata de una película políticamente incorrecta. Yo les puedo asegurar que se trata de una chabacanada insoportable.
Como pueden ver, lo del fantástico europeo empieza a ser preocupante... No está muy fino, que digamos...
En el próximo post, los títulos que no tuve que juzgar.
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