Con la muerte ayer de Ray Harryhausen a los 92 años de edad, decimos adiós
a una manera artesanal de entender los efectos especiales. Él creó ejércitos de
esqueletos y monstruos de todo tipo y tamaño, amenizando las tardes de doble sesión,
en cines de barrio, a un par de generaciones.
Su cine fue capaz de transportar al espectador a
universos mágicos y terroríficos, haciéndole vivir aventuras fantásticas e irrepetibles.
En tres ocasiones nos acercó al mundo de Simbad y, de la mano de James Franciscus,
nos plantó ante un bichejo prehistórico descomunal haciendo de las suyas en
medio de la Ciudad Encantada de Cuenca a la que, para la ocasión, se rebautizó
como el Valle de Gwangi.
La magia de sus efectos especiales se ha ido para
siempre. Si algún día regresa Jason, se verá obligado a darse de hostias con
esqueletos digitalizados y derrotar a ogros rodeado de diabólicas cromas, tal
y como le sucedió al Perseus de las dos nuevas revisiones de Furia de Titanes.
Nunca volverá a ser lo mismo de antes. Qué pena…
Descanse en paz, buen hombre.
4 comentarios:
Maestro artesano como no hay dos. Su "Furia de Tetonas", aunque ya fue un poco tardía (y los focos tras Sir Lorenzo cantaban un huevo) está muy por encima de los dos peos mal tirados que son las versiones actuales.
Don Spaulding, don Calígula, don Crítico: se nos ha ido el grandioso Alfredo Landa.
Esto si que es una putada. El Landismo ha dejado de existir. Snifff...
Yo voto porque vuelva el cartón piedra de Harryhausen y a la mierda tanto 3D con historias gilipollescas.
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