Primero fue el boom de la novela negra nórdica y, con posterioridad, el éxito de la trilogía cinematográfica sobre Millennium. El noir nórdico, en todas sus vertientes, está de moda; mola. A la gente le llama la atención los thrillers actuales de producción europea con apariencia de cine norteamericano. Gracias a esta nueva tendencia llega a nuestras pantallas Headhunters, un film de acción e intriga que, basado en una novela del prestigioso Jo Nesbo, se acerca a las correrías de Roger Brown un cazatalentos que, para mantener su elevado tren de vida, ejerce desde hace años como ladrón de obras de arte.
Todo parece irle bien al tal Roger (excelente y rarísimo Aksel Hennie). Un posible
nuevo fichaje para la empresa para la cual trabaja se inmiscuirá en su vida de
delictiva y de pareja, haciendo que su último golpe -en principio de lo más
rutinario- se le escape de las manos. Si quiere salvar el pellejo, deberá hacer
frente a una imparable espiral de acoso, violencia y misterio.
Hasta aquí, todo funciona a la perfección. Morten
Tyldum, su director, sienta bien las bases.
Hace una encomiable presentación de personajes, al tiempo que prepara al
espectador para un golpe de efecto que se decantará hacia una trepidante cinta
de acción. Y aquí, justo aquí, cuando la película adquiere un tono frenético y
adrenalínico, es cuando empieza a escapársele la historia de las manos.
Aburrir no aburre; todo al contrario. Su velocidad narrativa es tal
que deja poco respiro a las plateas. Incluso tiene su sentido del humor; muy
peculiar, pero lo tiene. El problema estriba en las numerosas lagunas que
alberga el guión, su escasa coherencia argumental y, ante todo, en la cantidad
de escenas que, de tan pasadas de rosca, pueden resultar inverosímiles. Es
innegable que, a pesar de ello, ofrece
imágenes si más no curiosas y cercanas al gore, como por ejemplo la del perro
muerto ensartado en la pala de un tractor o la del baño de mierda accidental
del protagonista huyendo de su perseguidor.
Robos, persecuciones, crímenes, sexo, suspense… Un poco de todo y a grandes dosis,
aunque ensartado de cualquier modo y con un final en exceso rocambolesco y
decepcionante. Al menos, yo no me lo creo en absoluto.
Por cierto: el malo maloso de la función es Nicolaj Coster-Waldau, el
malvado Jaime Lannister de la fantástica serie Juego de Tronos.
4 comentarios:
Yo me lo pasé francamente bien con esta película, amigo. Lo de la credibilidad yo creo que importa poco, amigo, por el mismo tono de la película. Esa socarranería y el humor negro impide tomártela en serio. Por eso, después del hostiazo del cañón que sobreviviera por mucho que tuviera a los dos gordinflones cercándole es poco menos que..., bueno, que imposible...
Pues mejor para usted si la disfrutó. Pero tenga en cuenta que en el planteamiento inicial de la película, hay muy poco de comedia para dar ese cambio.
Jo que no, amigo, desde el comienzo se ve el humor negro desde que dice lo que mide y presenta a la mujer que tiene...
Don Crítico: Pues será que el día que la vi no tenía puestas las gafas especiales para descifrar el sentido del humor. Lo siento.
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