Desde que en 1973 Peter Yates filmara el interesante thriller policiaco El Confidente, basada en el libro The Friends of Eddie Coyle de George V. Higgins, nadie había vuelto a adaptar una novela de este autor, un prolífico escritor de novela negra que, con casi una treintena de títulos en su haber, se mostró como todo un experto a la hora de retratar el sórdido submundo de la delincuencia; no en vano, trabajó durante dos décadas como fiscal de distrito en la ciudad de Boston. Casi 30 años después de El Confidente, Andrew Dominik, el realizador de El Asesinato De Jesse James Por El Cobarde Robert Ford ha recuperado otra de sus novelas (Cogan’s Trade) para su nuevo film, Mátalos Suavemente.
Muchos verán en el trabajo de Dominik una clara
influencia del cine de Tarantino. Nada más erróneo pues, en realidad, ese
supuesto toque tarintiniano proviene de la obra de Higgins, un hombre al que el
realizador de Malditos Bastardos debe buena parte del estilo de sus inconfundibles
diálogos.
Mátalos Suavemente parte del golpe que realizan tres
delincuentes de baja estofa y mínimas entendederas al atracar una partida de póquer
organizada por la mafia. Para paliar las pérdidas, el clan contactará con un
frío y calculador asesino profesional, un tal Jackie, para que dé caza y
termine con la vida del trío de ladrones y, de paso, darle una lección
igualmente mortal al organizador de la timba, un tipo con una deuda pendiente
del pasado.
Cine negro en mayúsculas, con un sinfín de
personajes estrambóticos y descritos a la perfección. Con cuatro líneas, Andrew
Dominik describe con envidiable exquisitez a cada uno de ellos. El ritmo del film es
tranquilo. Va avanzando poco a poco, sin prisa pero sin pausa. No hay precipitación válida.
No es una película acción. Es una película violenta, sin más; de ráfagas de brutalidad muy
esporádicas, aunque totalmente contundentes: de esas de aquí te pillo, aquí te
mato y capaz incluso, como si de un émulo de Peckinpah se tratara, de
ralentizar sus pasajes más salvajes para recrearse en algunos de los crímenes
mostrados. Todo un deliro visual controladísimo y perfectamente apoyado por un guion
de lo más inteligente.
En su trama, y desde el inicio de la misma, muestra
paralelismos sobre la estructura empresarial y las acciones de la mafia con el
perfil político de la crisis económica actual. En este aspecto, discursos reales de Bush
y Obama acompañan de fondo más de una escena, al tiempo que descubre al personaje de Brad Pitt (el enigmático Jackie) como uno de
esos aprovechados dispuestos a sacar el mayor partido posible a un caos financiero y de valores como el que sufrimos. La
máxima de "a río revuelto, ganancia de pescadores" nunca se había cumplido tan
bien como sucede en Mátalos Suavemente.
Brad Pitt está perfecto en la piel del inmutable Jackie; al chico le van como anillo al dedo los papeles de desarraigado. Y no sólo Pitt destaca por su interpretación. Prácticamente todos los que
intervienen se me antojan excelentes. Desde Ray Liotta a Richard
Jenkins, pasando por el inmenso James Gandolfini quien, en parte, rememora su época como Tony Soprano al dar vida a un sicario acabado, alcoholizado,
putero y con un montón de problemas con la justicia.
Una de los mejores productos del año en curso y de
la cartelera actual, tanto por su precisión narrativa como por ese humor
cáustico que se desprende de cada una de sus escenas. Una maravilla de
película; explosiva y cargada de mala leche.
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