Hay momentos en los que me resulta difícil hablar de cine. Tras los recortes anunciados ayer por Rajoy en el Parlamento y aplaudidos con una alegría insultante por su cohorte de hijos de puta, hoy tan sólo puedo expresarme desde el sentimiento de la rabia y la impotencia.
De nuevo nos toca pagar el pato a los de siempre. Banqueros, corruptos y mamonazos de mierda salen indemnes de unas medidas brutales que suponen una pérdida económica y de derechos desmesurada para los ciudadanos de a pie.
Ante tanto cabronazo, las manitas agitadas al aire y la resistencia pasiva no sirven absolutamente de nada. Si queremos salir adelante y tener una vida mínimamente digna, ya es hora de que el pueblo llano vaya pensando en instaurar la guillotina.
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