Carmina o Revienta significa el debut tras la cámara del actor Paco León quien al mismo tiempo se ha encargado de su escritura. Un film valiente y arriesgado por partida doble. Por un lado, por el arrojo de estrenarlo simultáneamente en pantallas comerciales, en Internet y en DVD y, por el otro, debido a su atípica narrativa, cercana a la del docudrama y, por ello, no muy apta para el público menos acostumbrado a experimentos cinematográficos.
La cinta, en el fondo (muy en el fondo), es un canto de amor de Paco León a su propia madre, esa Carmina del título a la que interpreta Carmina Barrios, madre del actor en la vida real; una madre, en la cinta, de lo más friqui: una mezcla entre la Cándida de Fresser y el Torrente de Santiago Segura. Mal hablada, bastorra y cutre (¡profundamente cutre!), la mujer cuenta ante la cámara (cigarrillo siempre en mano) algunas anécdotas de su vida y expone, sin vergüenza alguna, la manera (no muy lícita) de salvar algunos de los impedimentos que se han cruzado en su camino.
Con Carmina vuelve a salir a flote esa picaresca tan española que, en época de vacas flacas, tanto nos gusta practicar. Y, con ella, a su lado, un buen número de personajes a cual más roñoso y extravagante, empezando por su propia hija, María, a la que da vida María León, la hermana del actor y realizador. Madre e hija le hacen un espléndido trabajo a su familiar, con lo cual el amigo Paco debe babear cada vez que observa en pantalla los resultados finales con las dos (espléndidas) mujeres de su familia.
Un producto de factura extraña, aunque totalmente funcional, que se atreve a jugar entre los límites de la realidad y de la ficción. El retrato de una mujer que ha salido adelante gracias a un sinfín de trapicheos no demasiado éticos y, por extensión, el de una familia disfuncional compuesta por un marido borrachuzo y una hija en paro que, a marchas forzadas, va tomando el mismo camino de su madre.
Lo que podría haber sido un melodrama sin parangón, gracias a su peculiar sentido del humor se convierte en una comedia (muy sui géneris, eso sí) en la que la escatología, el surrealismo y algún que otro toque gomaespumoso se convierten en sus grandes constantes, Como muestra, un botón: la escena en la que una de sus amigas (igual de cutrona que Carmina) le cuenta, con ciertos aires de grandeza y total naturalidad, sus devaneos con un par de personajes del espectáculo y de la jet set española.
No les chafo más el invento. Descubran el universo hermético de la tal Carmina y déjense llevar por sus cuentos. Disfruten de ella vía cine, Internet o DVD. Personalmente, y apoyando esa osada iniciativa exhibidora, me decanté por la tercera opción. Seis euros de nada (más barato que una entrada de cine) y la película en casa. Vale la pena subirse a la atracción.
1 comentario:
El visionado de la peli, que pasaron ayer por la 2, me recordó a un gag de Martes y Trece, en el que todos los concursantes a un concurso de chistes - tan prolíficos hace algún tiempo -, provinientes de varios puntos diferentes de España, cuentan sus chistes con acento andaluz. Me parece la única gracia que puede tener la peli y, por consiguiente, bastante pobre publicidad para los andaluces ("qué arte que tieneh, cawen la má").
Salvo eso, me pareció sin ninguna gracia, una copia mala de Divine o de Almodóvar, potenciando lo cutre y el mal gusto.
Por cierto, que parece que el tío ya va a estrenar a lo tradicional su segunda parte (seguramente tan infumable o más que la primera): una cosa es dártelas de innovador con un presupuesto mínimo, y otra es que no te salga rentable el asunto.
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