31.12.14

Recopilando (y II): Lo más peor del 2014

A punto de acabar el 2014, hoy toca cebarse con lo peor de la cosecha cinematográfica de este año. Voy directo al grano. Y, como siempre, de lo peor a lo más peor: del 10 al 1.

10.- Cuento de Invierno. Nada que ver con el cuentista de Rohmer. Éste, dirigido por el debutante Akiva Goldsman, va por otros derroteros y en él, partiendo de una historia de amor imposible entre un ladronzuelo y una enferma de tuberculosis a principios del siglo XX, se atreve a mezclar, sin orden ni concierto (ni vergüenza alguna) todo tipo de temas: milagros, viajes en el tiempo, caballos voladores, mafias peligrosas y, de propina, un mucho de melaza capaz de indigestar al más pintado. Un casting excepcional, entre los que se encuentran nombres (a cual más desaprovechado) como los de Colin Farrell, Russell Crowe, William Hurt, Will Smith, Jennifer Connelly y hasta Eve Marie Saint, al servicio de una paparruchada sentimentaloide, cursi y patéticamente desmesurada.


9.- El Desconocido del Lago. Los bosques que rodean un lago francés, son el enclave ideal para que varios homosexuales acudan al lugar a practicar nudismo y cruising en medio del follaje. Este es el único escenario geográfico que enmarca la historia planteada por el director y guionista Alain Guiraudie. Un film de temática gay totalmente explícito en sus numerosas escenas de sexo. Planteada, en sus primeros minutos, como un melodrama indie, la cinta da un giro hacia el thriller cuando uno de los jóvenes y asiduos visitantes del lago se convierte en testigo de excepción de un asesinato para, posteriormente, sentirse atraído por el criminal, un tipo que, físicamente y a grandes rasgos, es una especie de mezcla entre Freddie Mercury y Tom Selleck. Hasta aquí, más o menos el invento funciona, pero su posterior desarrollo opta por derroteros ridículos y nada factibles, empezando por la grotesca figura de un inspector de policía y continuando con una resolución final que no es más que una especie de tomadura de pelo filmada desde la más absoluta oscuridad. Eso sí, para darle algo de falso empaque cultureta a la cosa, se monta una facilona metáfora entre la imagen de los invasores siluros del lago y el asesino de marras. Un trabajo aburridísimo, narrado sin ningún tipo de nervio que, por su afán provocador, termina convirtiéndose en una especie de porno con coartada gafapastosa en donde penes erectos y grandes corridas se convierten en dueños y señores de la pantalla.


8.- Cuando Todo Está Perdido. O la nada más absoluta para narrar la historia de supervivencia de un hombre solitario en su intento por salir indemne de un naufragio en pleno Océano Índico tras haber chocado su velero contra un contenedor abandonado en alta mar. Un único protagonista: Robert Redford. Y no busquen más que eso. No hay nada más. Redford por un tubo, dos líneas de diálogo en favor de la voz en off del actor y un sinfín de cromas acuáticas a cual peor parida. Mientras, para darle un poco de vidilla al invento, el muchachote de 77 tacos, demuestra su buena forma física yendo de una punta a otra del velero, subiéndose a la vela, achicando agua por todas partes y remojándose a base de bien. Y vuelta a empezar, una y otra vez los mismos movimientos repetidos hasta la saciedad. Después, para cambiar un poco de escenario, reemplaza el velero de marras por un bote salvavidas y, ¡cómo no!, para no perder la costumbre, de nuevo vuelve a achicar el agua y a darse unos cuantos chapuzones accidentales en el mar. Un Redford pasado por agua que se debió quedar con un palmo de narices cuando descubrió que los de la Academia se habían pasado su soñada nominación al Oscar por el mismísimo culo. Minimalismo empapado y poco más.
 

7.- Sólo los Amantes Sobreviven. Jim Jarmusch se apunta al fantástico y nos castiga con una historia de amor entre dos vampiros ancestrales que sufrirán de lo lindo cuando el suministro de sangre en óptimas condiciones empiece a escasear. Para ello, el director sigue su patrón habitual: varios personajes a cual más colgado, una historia plomiza y un sinfín de citas culturales de las que emocionan (por cojones) a los gafapastas de turno. Aburrida y lenta, la cinta está impregnada de ese estilo pedantillo y desastrado habitual en su cine. La cosa no avanza hacia ningún lado y cuando parece que el cotarro pueda animarse un poco (como sucede con la entrada en escena del cargante personaje interpretado por Mia Wasikowska) vuelve a encallarse de nuevo. Un festival de diálogos, a cual más irritante, entre un desaborido Tom Hiddleston y una insufrible Tilda Swinton, conforman la mayor parte de un film incapaz de despertar en mí el más mínimo interés, a pesar de los perseverantes intentos de realizador por resultar  (falsamente) transgresor. Y es que a este hombre no lo aguanto.


6.- Dos Madres Perfectas. Un festival de tópicos rosados y eróticos planificados, con bastante mala fortuna y poquísima inspiración, por la realizadora luxemburguesa Anne Fontaine para narrar el fin de la amistad entre dos mujeres maduras, Roz y Lil, cuando la primera se enamora del hijo de Lil y ésta del hijo de Roz.  Enclaves paradisíacos, playas vírgenes, féminas no tan vírgenes y adolescentes en plena efervescencia sexual. Más trivial, imposible. Un folletín que acumula temas gastados hasta la saciedad y que, en realidad, no es más que un descarado vehículo para el lucimiento de sus dos protagonistas femeninas: Robin Wright y Naomi Watts. En cuanto a ellas no hay nada que objetar, pues tanto la una como la otra están perfectas en los oxidados roles que les han caído en desgracia. El problema estriba en lo manido de la historia planteada y en lo ridículos (e incluso cursis) que resultan la mayoría de sus pasajes. Un despropósito descomunal construido a golpe de postalitas turísticas, escenas de sexo light y efebos guapos y enamoradizos. Caca de la vaca.


5.- La Hermandad. Si Paul Naschy levantara la cabeza y viera esta película, descubriría que su cine, por muy casposo y basurero que fuera, le daba mil vueltas a la propuesta de Julio Martí Zahonero; una propuesta desfasada, fuera de tiempo y que no ofrece absolutamente nada nuevo al cine de terror. Una historia típica, tópica y risible (¡qué majas quedan tantas telarañas para dar empaque al producto!) en donde una escritora de novelas terroríficas, tras un accidente automovilístico bajo la lluvia (sobre todo que no falten los truenos y relámpagos en este género), despierta en un solitario y alejado monasterio de monjes benedictinos, sin teléfonos de ningún tipo e incomunicados totalmente de la sociedad. Más de lo de siempre, sin gancho alguno y con un casting imposible que logra que una recuperada (aunque envejecida) Lydia Bosch destaque muy por encima de la troupe de monjes estrafalarios que la rodean. Un sinfín de incongruencias históricas, niños fantasmas, miradas recelosas y sonidos nocturnos aterradores, al servicio de un misterio ancestral de lo más ridículo. Una animalada sin pies ni cabeza.


4.- Upstream Color. Estrenada con un retraso considerable (más le hubiera valido quedarse escondidita), nos llegó la nueva empanada mental de Shane Carruth, el mismo que hace una década realizara la insufrible Primer. En esta ocasión, de forma pretenciosa y a través de un montaje desordenado, nos tortura con la relación que se establece entre un hombre y una mujer que, tras haber sido secuestrados por la misma persona, han sido sometidos a una extraña experiencia en la que se mezclan la ingestión de gusanos y cierta concomitancia con cerdos y un tipo de flores muy concretas. Una colgada sin sentido alguno, que abusa de una molesta narrativa asincopada y de esas ansías estúpidas por asemejarse al Terrence Malik de la aborrecible El Árbol de la Vida. Ideal para gafapastas con ganas de organizar puzzles rocambolescos que le den sentido a un film descompaginado y pedante. Para gente que le encante aburrirse en el cine para después decir que han visto una obra maestra sin parangón.


3.- Open Windows. Nacho Vigalondo se monta un particular ejercicio de estilo (yo prefiero llamarlo una tomadura de pelo), defragmenta la pantalla en varias pantallas y urde una historia de intriga con un poco de La Ventana Indiscreta y un mucho de informática, para narrar la pesadilla que vivirá un joven que ha sido agraciado con una cena en compañía de su actriz predilecta. La cosa, en principio, promete. Técnicamente impecable (eso no se puede negar), aunque excesivamente abigarrada de imagen (la cámara no se mueve del monitor del portátil del protagonista) y capaz de mantener el suspense durante un buen rato, la trama empieza a escapársele de las manos hacia medio metraje, cuando el hombre entra a saco en terrenos conspiranoicos y se desmadra con un sinfín de escenas incongruentes, a cual menos creíble, hasta cubrirse de gloria con un final tan pasado de rosca (estética y argumentalmente hablando) que demuestra claramente que al amigo Vigalondo se le ha ido la olla obsesionándose en ser el más original y sorpresivo de todos los directores habidos y por haber. Por cierto, ¿alguien me podría contar qué coño significa tan delirante final y de qué modo engañan al pobre Frodo con proyectos tan imposibles como éste?


2.- Orígenes. La ganadora de la última edición del festival de Sitges no es más que un panfleto místico de altos vuelos en el que un joven biólogo molecular, no creyente y estudioso de la evolución del ojo humano, acabará abrazando el credo de la religión budista tras haber vivido un trágico suceso. Mike Cahill, que ya nos castigó en su día con Otra Tierra, vuelve a mostrar su cara más pretenciosa y falsamente espiritual con una historia que mezcla elementos del fantástico, melodramáticos y metafísicos. Toda una pedantería, revestida de un formalismo estético de lo más artificial que tumba de espaldas al más pintado. Muy pulidito y pulcro todo ello, pero con una alta dosis de religiosidad ciertamente alarmante y un toquecillo lacrimógeno de lo más previsible. Uno de esos films que ideológicamente logran molestarme sobremanera.


1.- Noé. Aronofsky se nos pone bíblico, pero muy a su manera. O sea: inconexo, absurdo y yéndose por los cerros de Úbeda. Mezcla los pasajes bíblicos sobre Noé y su Arca con la ciencia ficción y cuenta, para ello, con la colaboración de un impostado Russell Crowe que, más que interpretar, recita sin ningún tipo de entonación las interminables líneas de su bipolar personaje. Adorna su cinta con unos ángeles caídos a modo y manera de Transformes de piedra y carboncillo y le da un pequeño papel a Anthony Hopkins para que sobreactúe a su aire en la piel de viejo Matusalén. Y cómo no sabe muy bien qué contar (ya que de guión hay más bien poco), carga sus imágenes de artificiosos efectos digitales que no conducen a ninguna parte; al contrario, sustentan la bobada aranofskiana y esa filosofía de baratijo sobre el Bien y el Mal que no se cansa de verter a lo largo y ancho de su cansino metraje. Su forzada adaptación quiere ser transgesora y provocativa, pero es tal la simpleza que abriga que no escandaliza a nadie. Mucho presupuesto y poca chicha al servicio de uno de los despropósitos más descomunales (o, mejor dicho, bíblicos) de la temporada.


¡Feliz 2015!

4 comentarios:

caligula dijo...

A pesar de que no ha incluido usted Boyhood, echo de menos como en otros años la inclusión de alguna pedazo de película gafapasta de esas que no se encuentran nada más que buenas reseñas y que se han llevado las cosas de cannes y de Berlín y de Toronto y de mil festivales más, a ser posible una peli francesa o italiana o de algún director americano que hace años fue bueno.

Y me sorprende otra cosa más: no ha incluido usted la de Invencible, esa de la Jolines... ¿no la ha visto? porque me da a mí, si no me equivoco después de haber leído por años sus reseñas, que es de las que le tocarían a usted las narices. A mí personalmente, ni bien ni mal.

Spaulding dijo...

La de la Jolie aún no la he visto, pero no tengo muchas esperanzas.

La de los vampiros gafapastas tuvo excelentes críticas por parte de cierto sector de la crítica. A lo mejor esa le puede compensar un tanto la falta de según que títulos.

El Señor Lechero dijo...

Feliz 2015, caballeros: yo sólo he visto la de Colin Farra y su caballito volador... y confieso que me entretuvo bastante. A la de la Jolines (magistral, micer Caligae) no me acercaré ni con un palo.

caligula dijo...

Sacando la pala para el primero del año:

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/09/actualidad/1420791882_709605.html

El pajarraco de Rod Taylor. Y Kirk Douglas sigue impertérrito!! incluso el año pasado publicó un libro y todo.